VII

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VII. El Extraño.





"La hierba mala nunca muere...
La hierba mala mata."

-HAIL.




Dion


Salgo de mi habitación siendo consciente de que la hora del desayuno ya había pasado

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Salgo de mi habitación siendo consciente de que la hora del desayuno ya había pasado.

Papá nos había inculcado que siempre teníamos que impartir el alimento juntos a la mesa, nada de pedir que fuera llevado a nuestra habitación a menos que fuera una situación realmente necesaria donde nos encontráramos indispuestos.

Camino entre los pasillos con dirección a la cocina, pero al doblar en una esquina veo a mi padre andar en mi dirección. Pienso que me va a reclamar mi ausencia en el desayuno, pero al ya estar cerca, no lo noto molesto, lo noto preocupado.

—Iba a buscarte a tu recámara, ¿te encuentras bien? —Cuestionó inspeccionándome.

—Estoy bien, papá. Perdón por no desayunar con ustedes, me desperté tarde. —La expresión de mi padre solo mostró más preocupación ante mis palabras, no debí haber dicho eso.

—¿No estás durmiendo bien? ¿Regresaron tus pesadillas? Porque podemos tomar hoy mismo un vuelo a Inglaterra para...

—No han regresado, padre, estoy bien. Dormí hasta tarde debido a que me quedé leyendo un libro que traje de las Netherlands. —Respondí honestamente y mi padre asintió. Él sabría si yo mintiera, jamás podría burlar a mi padre. Y lo sabía porque ya lo había intentado.

—De acuerdo hijo, ve y desayuna, ¿o quieres que te acompañe para que no lo hagas solo? —Le sonreí.

—Me siento con cinco años otra vez. —Mi papá se rió.

—Para mi los sigues teniendo. Tú y tus hermanos siempre serán mis pequeños, pero si quieres que te trate como un joven de 17 años, entonces te dejo recordándote que en dos horas llegará su profesor para impartir clases a ti y a tu hermana.

—Lo tenía presente...

—Su majestad. —Escucho la voz de Enzo a mis espaldas, me giro para ver al hombre mayor dirigirse a mi padre.

—¿Sucede algo? —Cuestionó el rey centrando su atención en el mayordomo. Aunque viéndolo bien, Enzo era más que un simple empleado, era familia, o así lo considerábamos mis hermanos y yo.

—La persona que mandó a llamar ha llegado y lo he hecho pasar a su despacho por discreción, majestad. —Enzo respondió en ese tono neutral que tanto lo caracterizaba, y sus palabras despertaron interés en mi, ¿quién había llegado?

—Que nadie me interrumpa mientras lo atiendo. Gracias, Enzo. —Respondió mi padre y el mayordomo hizo una reverencia antes de retirarse.

—Veo que estás ocupado, papá, creo que es un buen momento para irme a desayunar, con permiso.—Me despedí y mi padre solo hizo un asentimiento antes de tomar el pasillo que lo llevaría a su despacho.

H A I L  |K.M.|  #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora