XXX. Episodios.Durante la noche del mismo día de la llegada de Alrik y Eris a Dinamarca, alguien golpeó la puerta de mi habitación.
Fue un solo golpe; fuerte, firme y preciso. Supe inmediatamente que se trataba de mi padre, así mismo supe que tenía algo importante que decirme.
Mi padre no solía venir a buscarme a mi recámara, era muy extraño que lo hiciera, y dentro de las contadas veces que lo hacía, estas se caracterizaban por los golpes en la puerta; tres golpes indicaba que venía a contarme algo banal. Dos golpes indicaba que tenía algo ni tan banal y ni tan importante que contarme, un punto medio. Un solo golpe indicaba que tenía algo de importancia, tanto como para evitar hacer demasiado ruido y así no llamar la atención de otras personas.
Me levanté inmediatamente de la cama y me apresuré a abrir la puerta que contaba con seguro, como lo esperé, mi padre se adentró a mi recámara cerrando la puerta detrás de él pasándole de nuevo el seguro.
—¿Qué sucede, papá? —Inquirí mirándolo con preocupación.
—Seré breve, Kian. Algo está mal en las Netherlands. —Respondió directo, y mi mente comenzó a maquinar buscando en qué área estaba mal el reino.
—No entiendo, todo estaba bien la última vez que fui, ¿qué pasó? —Hablé sin encontrar respuesta.
—Tal parece que sólo te engañaron, nunca creí que diría esto, pero eres un inútil, ¿tan estúpido eres como para que te vean la cara? Tú que te jactas de ser tan inteligente sólo has demostrado que en realidad eres un incompetente, una vergüenza para mis reinos y para mi. —Escupió con odio.
—Papá, yo... yo no entiendo...
—¡Por supuesto que no entiendes! Eres un imbécil, te distrajiste cuando más atención debiste poner. ¿Próximo rey? Prefiero dejarle mis reinos a un perro antes que a ti, no sirves como príncipe, mucho menos para rey. Tampoco serviste como hijo, ¿no viste que tú madre terminó muerta? No sirves para nada.
No entendía nada, mis ojos se habían llenado de lágrimas y corrí a postrarme delante de mi padre para terminar abrazado de sus piernas. —Perdón, papá, yo no quería, perdón, perdón, perdón. —Repetía una y otra vez en medio de mi llanto, sin embargo mi padre terminó por arrojarme lejos de él.
—Estás muerto para mi. —Pronunció y yo levanté la mirada del suelo, y al hacerlo, noté que mi madre estaba junto a mi padre.
—¿Mami? —Llamé y mi madre caminó hasta hincarse frente a mi. —Papi ya no me quiere. Por favor, dile que me quiera otra vez. —Supliqué pero mi voz sonó distinta, como la de un niño.
Sus brazos me rodearon y me apretaron a ella.
—Tu padre siempre va a quererte, al igual que yo.
—¿Lo prometes? —Pregunté aferrándome a su abrazo, sabía que si la soltaba, se volvería a ir.
—Lo prometo, mi príncipe. —Respondió dejando un beso sobre mi frente.
Mi mamá se alejó lentamente sin que yo pudiera evitarlo, y no lloré porque ella se estaba alejando, lloré porque se estaba llevando a papá con ella.
—¿Papi? —Llamé, pero nadie respondió.
Me despierto... ¿o realmente estaba dormido? sintiendo mis mejillas húmedas, estaba llorando pero no le presté atención a ello, me levanté de la cama y salí corriendo a la habitación de mi papá con miedo y pánico calándome los huesos. Cuando me detuve frente a la puerta comencé a golpearla con desesperación. —Papá, por favor ábreme, ¡papá! —Llamé con mis palabras comenzando a mezclarse con mi llanto.
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H A I L |K.M.| #4
Fanfiction"La maldad no se hereda, pero en la familia real parecía ser que se nace con ella. Dios tenga piedad de quienes los rodean."