XIX. Los Sobres.
Dion—Nunca creí que llegaría un punto en mi vida en el que detestaría mi cama. —Me quejé mirando a mi hermana que venía entrando a mi recámara, ella sonrió antes de dejarse caer junto a mi.
Recién me había despertado, en cambio mi hermana parecía tener horas despierta. Su cabello estaba perfectamente recogido en dos trenzas, un vestido de manga larga color azul marino hacía resaltar las pecas en su rostro limpio. Mi hermana era muy bonita, lo cual tenía sentido, era mi melliza y yo era jodidamente hermoso, no podía ser fea.
—Justo venía a darte las buenas nuevas, el doctor ha dicho que ya puedes salir a caminar. —Informó y fue como miel a mi paladar, una dulce satisfacción, ya podía dejar mi cama sin que fuera exclusivamente para ir al baño.
—¡Por fin podré desayunar fuera de aquí! —Exclamé y Dione se rió.
—No seas tan dramático.
Eran casi las ocho de la mañana, eso significaba que podría ir a desayunar con el resto de mi familia al comedor, siendo honesto, ya comenzaba a odiar que trajeran mi comida a la recámara.
Quité la sábana que me cubría, con cuidado me senté en la cama, Dione se puso de pie con rapidez y se mantuvo a mi lado en caso de que necesitara ayuda para levantarme.
—Estoy bien. —Le dije y no por orgullo o despreciando su ayuda, en realidad me sentía bien, aunque parecía ser que todos me veían como si fuera de cristal.
Calcé mis pies con las pantuflas negras que se encontraban al lado de la cama, contemplé la idea de bañarme, mas la descarté pensando que mejor lo haría más tarde.
—¿Quieres que te espere? —Mi melliza cuestionó y yo negué.
—No, en un momento te alcanzo. —Contesté yendo en dirección al cuarto de baño.
Hice mis necesidades y lavé mi rostro y mis dientes, no me molesté en cambiarme y salí vistiendo mi pantalón negro de dormir en conjunto a una playera blanca, tampoco cambié mis pantuflas, ¿qué más daba hacerlo? Cerré la puerta de mi habitación y con pasos lentos y cuidadosos, comencé a andar hacia el comedor, coloqué una de mis manos sobre mi herida, tratando de no hacer mucha fuerza, no quería abusar de que ya comenzaba a sentirme mejor.
No supe cuan jodido estaba hasta que vi a un empleado caminar en mi dirección, una sensación de miedo recorrió mi ser a medida que se acercaba más a mi, no podía moverme, quería regresar a mi habitación pero ya era muy tarde, el empleado pasó junto a mi y yo cerré los ojos esperando sentir un objeto puntiagudo atravesar mi piel, mi costado herido dolió con un dolor familiar, pero nada nuevo. Volví a abrir los ojos, el empleado había pasado de largo y yo... yo estaba asustado. Había creído que iban a volver a hacerme daño.
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H A I L |K.M.| #4
Fanfiction"La maldad no se hereda, pero en la familia real parecía ser que se nace con ella. Dios tenga piedad de quienes los rodean."