XXIX. Bienvenidas y Contradicciones.Eris
Alrik besa mi mejilla antes de bajar del coche que nos había traído desde el aeropuerto al castillo principal de Dinamarca.
A pesar de ya haberlo visto antes, el castillo me parecía tan hermoso y reluciente, como si continuara viéndolo por primera vez. Sus colores cálidos parecían darte la bienvenida prometiéndote una agradable estadía, y los bellos tulipanes coloridos adornando la parte frontal sólo le daban un toque mágico.
Una vez que bajamos del coche, mi prometido entrelaza su mano con la mía. Subimos los escalones hacia la entrada principal y un mayordomo abre la puerta por nosotros haciendo una reverencia por protocolo.
Al adentrarnos pongo atención a los detalles del salón principal, no había muchos adornos, cuadros u objetos ostentosos, las paredes tenían delicados detalles que parecían líneas de oro perfectamente acomodado creando así diferentes patrones que parecían acoplarse el uno con el otro. Las paredes estaban en su mayoría "desnudas" dando la sensación de espacio libre y claridad.
En el salón se encuentra únicamente Kian esperando por nosotros y se apresura a darnos la bienvenida. —Me da gusto finalmente verlos aquí. Bienvenidos sean a Dinamarca. Mi padre, el rey, se encuentra atendiendo unos asuntos y mis hermanos están tomando sus clases, una disculpa en nombre de ellos. —Dijo mientras estrechaba la mano de Alrik para después saludarme a mi besando el dorso de mi mano.
—Descuida, lo entendemos. Muchas gracias por la invitación, finalmente se nos da la oportunidad. —Mi prometido habló y Kian sonrió.
—¿Les parece si les doy un recorrido por el castillo o prefieren ir directamente a sus habitaciones para descansar del viaje? —El príncipe preguntó, aunque se estaba enfocando más en Alrik, a mi casi ni me miraba.
—Si no te molesta, preferiríamos descansar primero. —Respondió Alrik y agradecí que así fuera, mi cuerpo dolía y reclamaba reposar unos minutos.
—No hay problema, síganme que les mostraré sus habitaciones. —Kian mencionó antes de comenzar a caminar con nosotros siguiéndole el paso de cerca.
Los pasillos eran largos y parecían interminables, pero nada tan confuso, estaba segura que una vez que nos dieran el recorrido no tendría la sensación de que me perdería.
El príncipe se detuvo frente a una puerta y procedió a abrirla. —Alrik, esta será tu habitación. Espero que te sea cómoda y si necesitas algo los empleados estarán para atenderte. —Le hizo saber a lo que mi prometido agradeció, después Kian me miró a mi. —Eris, tu recámara está al final de este pasillo, ¿continuamos? —Asentí no sin antes mirar a Alrik y ver que tenía su aprobación para seguir.
—Te busco más tarde, cielo. —Me dijo mi futuro esposo luego de besar mi mejilla, posteriormente se adentró en su habitación.
El príncipe de Dinamarca me dio una rápida mirada y sin más comenzó a caminar de modo que me apresuré a seguirle el paso, el corto recorrido fue en silencio, incluso me atrevería a decir que fue bastante incómodo.
Cuando el príncipe se volvió a detener lo hizo frente a otra puerta, la abrió y yo me quedé ahí parada esperando a que dijera algo, pero el silencio se alargaba cada vez más, claramente el no tenía intención de entablar conversación conmigo.
—Gracias. —Fue lo único que le dije antes de adentrarme en aquella recámara, la única respuesta que tuve a cambio fue el sonido de la puerta cerrándose, sólo que Kian me había seguido dentro.
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H A I L |K.M.| #4
Fanfiction"La maldad no se hereda, pero en la familia real parecía ser que se nace con ella. Dios tenga piedad de quienes los rodean."