capítulo 12

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––Rubius—

Los días pasaron, asta que la fecha señalada donde la hermandad dejaría a ambos en la puerta del ayuntamiento llegó, estábamos nerviosos de como saldría todo.

–Aquí tenéis la cena, disfrutar la última cena en el hotel hermandad seis estrellas.

Oí la risa de Fargan distorsionada haciéndola inreconocible.

–Hermano oscuro, los hoteles seis estrellas no existen, lo máximo son cinco –comento cerrando la celda de Mangel, el cual se encontraba aterrorizado.

–Callate hermano.

Sonreí. Imbéciles, no eran serios ni cuando lo tenían que ser.

Habían pasado cuatro días, cuatro días en los que pensaba en muchas cosas que solo se centraban en una persona. Vegetta. Ese chico de ojos morado, de pelo castaño y pecho fornido al aire, ese chico que a la mínima desigualdad no para asta que no lo soluciona no para. Extraño a ese chico que me tiene prohibido soltar "palabras groseras", como el suele decir. Simplemente lo extraño.

El ruido de la celda siendo abierta me trajo a la realidad.

Y la bandeja con comida fue arrastrada asta que llegó a mi y cerró la celda.

Vi un papel en la bandeja, con rapideza lo abrí, de primeras la letra era horrenda, cosa que decidí ignorar, pues sabía que eras de Willy e intenté leer el interior;

"Hermano oscuro, le hemos puesto unos tranquilizantes a Mangel, para que al llevarlo sea más fácil, a ti no te pondremos nada, prometido, necesitaremos tu ayuda para llevarlo. Por cierto dentro de quince minutos, Mangel caerá, prepárate."

Trague duro, solo quedaban minutos, minutos para ser un chico asustado que fue secuestrado, minutos para mentirle a la gente que quiero, como siempre  volveré a mentir.

Lo único que odiaba de ser miembro de la hermandad era mentir a la gente que realmente me importaba, eso realmente me dolía, pero me gustaba sembrar el caos, me encanta saber que yo creo mis propias normas, que rompo la paz y creo terror en la gente. Simplemente, me encantaba y odiaba lo que era.

Suspiré y gire mi cabeza a Mangel, estaba dormido en el suelo.

Fargan y Willy entraron en ese instante.

–Vaya a sido más rápido de lo que esperaba –dijo una voz distorsionada.

–Mejor, acabemos con esto de una vez.

Willy y Fargan me abrieron y me desataron los grilletes de las muñecas, toque mis muñecas con una mueca, me dolía y eso que habían sido muy aflojadas/casi sueltas.

–Date prisa Rubius.

Me levanté y camine asta mis hermanos oscuros, les superaba en altura, sonreí.

–Por fin vuelvo a la acción, ya me estaba aburriendo de no hacer y saber nada –dije con aires tranquilos y algo juguetón, pero realmente me moría de nervios.

–¿Listo?

–Me ofende la pregunta –dije con aires superiores.

Lo que susurra nuestro corazón. RUBEGETTA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora