Capítulo 48

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—Vegetta—

«Supongo que cambió la tortilla... Se lo que piensas de mi, se que piensas lo que soy...  No te pido disculpas, solo... Solo déjame explicarte Vege

Grandes sollozos se escapaban de mi garganta, no me levantaba de mi cama, no tenía fuerzas para hacerlo, la traición y el dolor de mi pecho me lo impedía.

«No se nada de ti desde hace una semana...»

—¿¡Por qué duele tanto!? —exclamé abrazando con fuerza la almohada.

No podía compartir mi dolor, pues si lo hacía descubrirían a Rubius, y aunque me encantaría, no podía permitir que lo ejecutarán.

—Rubén... ¿Por qué? ¿¡Por qué!? —grité mientras más lágrimas caían de mis ojos.

Me esperaba esto de todos menos de él. De él jamás creí descubrir esto.

«Tenia miedo contártelo, sabía que me abandonarías, sabía que no cumplirias tu promesa, lo respeto, pero me duele todo esto, respondeme, hablemos Vegetta, se que estas destrozado, no mereces aguantar tu solo, pegame, haz lo que necesites, pero no te encierres tu solo en la isla por favor.»

Todo había sido una mentira, Rubén me a mentido todo este tiempo.

—¡Te odio! —grité haciendo que mi voz se volviera ronca por culpa de mi voz quebradiza.

Y con eso rompí en llanto otra vez, dios sentía que había sido apuñalado en el pecho, sentía un hueco vacío en el.

∆∆∆

Extrañaba mi cama, deseaba volver a ella y llorar, pero merecía aunque sea comer algo, si lo lo hacía moriría ahí mismo.

Entonces alguien se lanzó encima de mi, tirándome al suelo, grite asustado, me había pillado desprendió, la caída solo me hice un poco de daño pues el que me había tirado me protegió con sus brazos.

Abrí los ojos, y ahí estaba él.

No... No puedo con esto, no estoy preparado para verle de nuevo.

Llevaba su capucha y careta puesta.

—Vegetta por favor... Necesito hablar contigo, hagamos como lo que tú hiciste el día que me mentiste y me obligaste tomar té.

—Sueltame, por favor... Déjame no te quiero ver... —pedí mirando a otro lugar. 

—Por favor, por favor... —rogó con voz rota, y una gota salió de la barbilla cayendo en mi mejilla, estaba llorando.

—Vete, déjame, olvidame —pedí —. No diré nada de momento, largate de la ciudad ¡Estas a tiempo! ¡Pero déjame! ¡No puedo verte sin sentir dolor! ¡Sueltame Rubén!

—No me quiero ir, quiero que me escuches, me da igual que confieses y me maten, me da igual, solo quiero que me escuches —me sentí realmente mal, ¿Por qué también estaba afectado? ¡Él había sido el mentiroso!

—¡No quiero oír a un sucio mentiroso como tú, nunca más! —grité dándole una patada en la entrepierna y poniéndome  encima de él —¿¡Cómo te atreves a venir a mi casa después de lo que me has hecho!? —grite con voz quebradiza.

Entonces decidí retirarle la careta, su rostro era bastante triste, tenía ojeras, su barba había crecido, se veía más delgado, y tenía heridas de pelea en la cara.

—Se que te mentí, y que tu odias a la hermandad, se que me odias ahora mismo, se que te e fallado. Pero si te decía, sabía que te perdería. Vegetta... Por dios Vegetta...

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Asta aquí el capítulo, no habrán más actualizaciones, os recomiendo que me sigáis pues pondré varios mensajes en el muro de cuando publicaré y todo eso.

Estoy curiosa, me podéis contar que pensáis que pasará, me gusta leeros. Un beso.


—N.G.A

Lo que susurra nuestro corazón. RUBEGETTA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora