6. Intimos

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Levi

Oscar abrió la puerta de mi habitación sin tocar y simplemente dijo:

-Tu amo te busca, no me hace caso así que quizás te haga caso a ti.

-¿Qué necesita?- pregunto, levantándome. Me estiro y hago sonar mi espalda, estos colchones eran increíblemente incómodos.

-Oblígalo a tomar estos brebajes- me dice entregándome dos pequeños frascos- Elías los hizo. Dijo que lo ayudarán con el dolor.

-Bien- le digo y le quito ambos frascos de la mano.

Las maderas viejas y algo carcomidas por termitas lloraron bajo mis botas a medida que me dirigía hacia la habitación de Lawliet. Él había elegido la habitación más apartada, decía que los sonidos de los demás lo irritaban.

Si un adolescente era insoportable normalmente, Sher lo era quinientas veces más.

A veces era imposible de tratar, como hoy le sucedía a Oscar y la ausencia del chocolate tampoco lo ayudaba. Teníamos que cultivar cañas de azúcar específicamente para él y Elías le preparaba una bebida asquerosamente dulce para reemplazarlos. Sher había durado tres días sin comer ningún tipo de dulce y empezó a deteriorarse rápidamente luego de ello.

-Sher, voy a pasar- le digo abriendo la puerta y cerrándola detrás mío.

-Pon el cerrojo- me dice- sin alguien más entra no me haré responsable de mis acciones.

Le hago caso y camino hasta la cama.

-Oscar me dijo que debes tomar esto- le digo dándole los dos frascos. Cuando él no los acepta, los tiro sobre su estómago.

-Oscar puede irse al Tártaro si quiere- me dice tomando un frasco y deslizándolo por la palma de su mano. Tenía suerte de que estuviera bien cerrado.

-Me dijo que una Harpía te atacó. Dijo que fue su culpa.

-Por supuesto que lo fue- masculló Lawliet incorporándose. Esbozó una mueca de dolor al hacerlo, sin embargo no se detuvo en su tarea. El hijo de Atenea se sentó contra el respaldo y me miró de arriba abajo.

-Tendrías que haber venido tú- me dice, un dejo de resentimiento en su voz.

-Sabes que no puedo. No podemos irnos los dos y dejar al resto a cargo. Somos sus superiores.

-Ya lo sé, ya lo sé- me interrumpe. Con un suspiro, me siento a un lado de su cama. Mi cadera chocando contra su rodilla bajo las sábanas.

-¿Lo tomarás?- le pregunto. Sher simplemente me observa- ¿Por mi?

-Lo haré por mi salud física y nada más- aclara y se toma ambos frascos de un trago.

-¿Alguna novedad?- pregunto- además de Harpías.

-No- contesta Sher flexionando una rodilla contra su pecho y apoyando sus antebrazos sobre ella- todo sigue igual que siempre. Ni más ni menos monstruos.

-Y tú ya tienes una teoría sobre ello- adivino. Sher asiente.

-Por supuesto que la tengo- coincide con su modestia habitual- Creo que mi hermanastro está haciendo tiempo. Está intentando distraernos mientras se encarga del verdadero asunto. Por supuesto que ésta debe ser idea de Urian. Lo hizo en el pasado: distraer a los Elementos para lograr su propio plan justo frente a sus narices.

-¿Qué propones?- le digo inspeccionado su rostro. Se encontraba algo pálido y tenía un raspón en la mejilla y un corte sobre la ceja. Involuntariamente apoyo mi dedo sobre ella y Sher no reacciona.

-Debemos reunirnos con el resto- dice observándome a través de sus blancas pestañas. Sher aparta mi mano de su rostro aunque no la suelta cuando la apoya en su regazo. Una máscara de conflicto se dibuja en su rostro al observar su mano sosteniendo la mía, sin embargo no puedo interpretarla.

-¿Cómo lo haremos?- le pregunto. Sher me observa con determinación e intento reprimir el cosquilleo que me produce el tacto de sus dedos contra mi piel.

-Debes volver a usar tus poderes. Debes crear otro portal.

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