18. Dos nuevas enemigas

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Elizabeth

En cuanto vio al auto volando en su dirección, Levi se arrojó sobre Sher lanzándolos a un lado.

En un estiramiento de mis manos, detuve el auto a unos centímetros de ellos y con un grito de esfuerzo lo lancé por los aires tan lejos que se perdió entre los edificios. Zara me miró, una irreconocible furia dibujándose en su rostro.

Sher me había pedido que la contuviera, sin embargo no sabía por cuánto tiempo podría hacerlo. Mis poderes eran más fuertes pero ella tenía un mayor control sobre ellos por lo que no tardaría en encontrar alguna forma de hacerme ceder.

¿Bruno? Lo llamo. Mi amigo me responde al instante.

Me asustaste, Elizabeth, ¡No puedes meterte en la cabeza de alguien así como así...

Tienes que bajar ya mismo, trae a Daniel y a Otrera contigo, algo pasó con Zara.

Bruno me dijo algo, sin embargo no pude oírlo ya que Zara envió un hechizo aturdidor hacia mí, lanzándome de espaldas contra el suelo.

Rodé sobre la calle varias veces hasta caer sobre mi pecho. Escupí sangre, me había mordido la lengua, y me aparté el cabello de la cara.

Zara se encontraba corriendo en mi dirección, sin embargo estiré una mano hacia ella y la hice tropezar con sus propios pies. Aquello la tomó por sorpresa y me dio tiempo a levantarme.

Me teletransporté a su lado y me senté sobre ella, inmovilizándola con mi cuerpo.

-¡Zara tienes que despertar!- le grito sujetando su húmedo rostro entre mis manos. Mi novia, como toda respuesta, me envió volando hacia atrás de nuevo. Esta vez estaba preparada por lo que me teletransporte a un lado antes de que pudiera estrellarme contra el suelo, trastabillé pero estaba atacándola de vuelta antes de que pudiera ubicarme.

Levi y Sher habían desaparecido, probablemente habían ido a buscar ayuda.

Zara arrancó un cable de un poste con sus poderes y lo usó el para amarrarme con el mismo. Estaba por atacarme cuando, de la nada, salió despedida hacia atrás.

Bruno y Daniel salieron por la puerta principal, el primero dirigiéndose hacia Zara, que se encontraba intentando volver a pararse.

Daniel corrió hacia mí y rompió los cables que me sujetaban como si estuvieran hechos de papel.

-Elizabeth, estás sangrando- me dice, preocupado. Observé a Zara levantarse y a Bruno volver a lanzarla contra el suelo usando sus poderes de kinesis.

-No es nada- le digo limpiándome la sangre de los labios. Tenía raspaduras en las piernas y en los brazos, sin embargo nada dolía más como saber que mi propia novia era la causa de ellos- Tenemos que pensar como detenerla.

Otrera apareció seguida de Hércules, ambos observaron a Zara y luego a mí.

-¡Por los Dioses, Elizabeth!- exclamó Otrera corriendo hacia mí. Mi amiga me revisó con rapidez, probablemente asegurándose de que no tuviera nada roto- Bruno no nos explicó mucho, ¿Zara...

No pude escuchar el resto puesto que el grito de furia de Zara ahogó sus palabras. Apenas tuve tiempo a reaccionar: Zara había enviado volando a Bruno hacia nosotros. No llegué a levantar mis manos para detenerlo, sin embargo Daniel estaba allí y lo sujetó sin moverse un centímetro, una fuerza inamovible contra el suelo. Daniel dejó a Bruno en el suelo, el cuál lucía más furioso que consternado por haber sido lanzado por el aire como se tiraría una pelota de tenis.

Estaba por avanzar hacia Zara de vuelta cuando escuché una voz burlona en mi mente. Era la de Zara, sin embargo no sonaba en absoluto como ella.

No debiste tocar mi rostro. Mira tus manos.

Las observo y, horrorizada, me percato de los rastros de saliva en ellas. Con la agitación de la batalla, había olvidado al Desertor y su habilidad. Apenas pude advertirle a mis amigos antes de que su voz ocupara todo mi ser, dándome una sola orden:

-Mátalos a todos.

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