47. La Batalla Final (Parte 5)

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Némesis

El mundo y yo parecíamos funcionar en diferente sintonía a medida que me inclinaba para levantar el cuerpo inerte de Pablo. Me sentía vacía, destrozada, muerta. Podía sentir el temblor de la batalla bajo mis pies, la guerra continuaba pero para mí no había más motivos para luchar.

Vanesa. Mamá. Pienso, sin embargo se sentían tan lejanas en este momento que apenas podía evocar su recuerdo.

Mi chico. Su rostro había perdido color, no podía soportar verlo así. Sus ojos estaban cerrados, nunca volvería a verlos. Nunca volvería a ver su sonrisa, su sonrisa que rompía un poco más cada una de mis defensas a medida que lo conocía un poco más.

¿Cómo podría volver a ser feliz? Mi felicidad tenía su rostro y mi alegría su alma, nos sostuvimos en uno al otro en nuestros momentos más oscuros: luego de horas de tortura, luego de largas noches llenas de pesadillas y dolor.

Mi Pablo, mi amor. lloro y entierro mi cabeza en su cabello, me impregno en su aroma. Lloro un minuto, un día, un mes, no lo sé. Balanceo su cuerpo al ritmo de mi tristeza, su cuerpo que comenzaba a tornarse frío.

-Oh, Dioses- escucho una voz detrás mío. Alzo la cabeza Hércules y Selene nos habían encontrado, una multitud de prisioneros se encontraba detrás de ellos.

-Muevete- me ordena Selene, sin embargo me niego, aferrándome a su traje ensangrentado- Némesis, déjame llegar a él...

Niego con la cabeza, sé que sigo llorando, no me me importa que me vean. Nada importa. Me sorprendo cuando unos fuertes brazos me rodean, apartándome.

-¡No!- grito, sin embargo no emano ningún sonido. Pataleo y golpeo a Hércules sin ningún tipo de avance. Estaba a punto de teletransportarme cuando veo a Selene estirar ambas palmas hacia el suelo, sobre Pablo.

-Tranquila- susurra Hércules en mi oído y me deja en el suelo.

Mis rodillas no tienen fuerza para mantenerme parada por lo que me dejo caer sobre el cemento mientras observo la escena ante mí.

-Heredé la habilidad de controlar el agua de mi madre- me explica Selene, sus dedos moviéndose en una danza hipnótica- hay agua en la sangre, así que...

Hubiera gritado si pudiera ante lo que estaba sucediendo dentro de mí. La sangre del suelo comenzó a desplazarse hacia pablo dejando el suelo reluciente a su paso.

Gateo hasta él, sorprendida: en un instante Selene había dejado el suelo impecable, toda la sangre volviendo a entrar en su cuerpo a través de la Herida.

-¿Alguien sabe curar humanos?- pregunta Selene. Golpeo el suelo para llamar su atención y ella me mira. Me señalo a mí misma y la muchacha asiente y se dirige al grupo de Genetics rescatado- necesito que alguien le consiga lo que necesita.

No necesitaba mirar para saber que ya se habían puesto en marcha, uno no desobedece a una Diosa y mucho menos a una que termina de rescatarte. Selene levantó sus antebrazos y estiró sus dedos hacia el cielo.

-Abuelo, ¿Una ayuda?- pregunta y, unos segundos más tarde, unas chispas amarillas comenzaron a emanar de sus palmas. Selene las colocó sobre el pecho de Pablo y me miró- tu líder realmente sabe ganarse su nombre. Me enseñó esto antes de partir. Pensó que debido a mis habilidades sería útil si lo supiera.

Está hablando de Sher. Sher le enseñó a hacer de desfibrilador tal y como Bruno había hecho con Zara. Tengo que abrazarlo cuando lo vea.

Selene envió una carga una vez, dos veces, tres. Me arrodillo a su lado y cierro los ojos.

Pablo, por favor, vuelve a mí.

-Vamos, tu puedes- murmura Selene mientras continuaba con sus cargas.

Por favor.

No lo oí, pero sentí un leve roce en mi mano. Al instante lo supe. Lo supe y fue como si hubiera vuelto a respirar aire fresco luego de estar encerrada en una habitación llena de humo. Levanté mi mirada y encontré sus ojos, sus ojos esmeralda tan extraños, me miraban de vuelta. Pablo sonrió debilmente y entrelazó sus dedos con los míos. Miro sus labios cuando me habla:

-Eso estuvo cerca.

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