27. Mañanas intensas

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Levi

Una vez que cerré la puerta detrás mío, observé las dos camas. Sher también las estaba mirando, sus dedos moviéndose inquietamente a ambos lados de su cuerpo.

Me dirijo hacia él y cierro el espacio entre nosotros en un suspiro.

-¿Cómo estás?- le pregunto. No habíamos prendido la luz, era entrada en la noche y la luz nocturna que entraba por la ventana era suficiente para ver. Su cabello plateado bajo la luz de la luna estaba más despeinado de lo usual, sus ojos cansados se apartaron de la cama para mirarme.

-No soy bueno consolando a la gente- me dice, su voz tan cansada como su aspecto- ella lloraba y lloraba y yo solo pude sostener su mano. Por más que lo intentara no había nada que pudiera encontrar para decirle. Asegurarle que todo estaría bien era mentira, decirle que Zara la perdonaba por lo ocurrido era insensato. No pude hacer nada. Al final, fue el sueño el que logró que dejara de llorar, no fui yo.

-Estuviste a su lado- le digo sujetando su rostro entre sus manos. Sher inclina la cabeza hacia atrás para observarme- eso es lo que importa.

Lawliet parpadea lentamente sus manos moviéndose lentamente hasta sujetar mi camiseta negra a la altura de mi pecho.

-Sé que estábamos en algo antes- murmura- pero estoy muy cansado.

-Lo sé- sonrío y acaricio la suave piel de su mejilla con mi pulgar- luces horrible.

-Tú luces bien- me dice- como Súperman.

-Doctor Strange, quizás- propongo- por los portales y eso.

-No lo pensé- me dice Sher, sorprendido- realmente debo estar cansado.

-Déjame llevarte a la cama- murmuro, acercándome. Puedo sentir el cálido aliento de Sher contra mis labios cuando me contesta.

-No soy un bebé- me regaña, sin embargo se deja caer contra mí, sus brazos rodeando mi cuello. Lo tomo por la cintura y lo levanto. Lawliet rodea mi cintura con sus piernas y se deja llevar a través de la habitación. Está casi dormido para cuando siento en la cama y le quito las zapatillas. Sher bosteza varias veces en el proceso, sin embargo solo tenía ojos para mí.

-¿No te pondrás un pijama?- le pregunto. Sher niega y se quita los pantalones para luego meterse bajo las sábanas.

-Ven conmigo y besame hasta que me quede dormido- me pide, enviando una onda de calor a través de todo mi cuerpo. Me quito el calzado y los pantalones antes de meterme bajo las sábanas a su lado. Sher se pega a mi en cuanto lo hago, sus brazos rodeando mi torso, sus piernas entre las mías.

No tardo en encontrar su rostro y unir sus labios con los míos. Sher respira contra mi boca como si fuera la primera vez que lo hacía en todo el día y deja que lo bese hasta que ya no puede pensar más.

La primera vez que desperté junto a Sher tuve que ser muy cuidadoso de no tocarlo. Recuerdo haber estudiado su rostro dormido por lo que parecieron horas hasta que sus blancas pestañas comenzaron a moverse.

Ahora no tenía porqué simplemente observar. Acaricié el rostro del chico, tan perfectos que parecía fuera de este mundo, quizás era su sangre de Dios. Nunca había visto unos labios tan delicados, unos pómulos tan marcados, una nariz tan adorable.

Para cuando Sher despierta ya me había dado un baño y cepillado los dientes. Lawliet era algo testarudo por las mañanas, por lo que simplemente dejé que se fuera a dar un baño sin decir nada.

Hasta el momento solo teníamos agua fría pero la presencia de Bruno Denver logró que también pudiéramos tener agua caliente, lo cual era un milagro.

Sher apareció un rato después usando los pantalones cargo de los Genetics y la camiseta negra, su cabello blanco había sido secado rápidamente con una toalla y no se había molestado en ponerse las botas.

Me senté contra el respaldo de la cama y observé a Sher gatear por la misma hasta sentarse sobre mí. El chico consume un frasco de azucar antes de besarme y cuando lo hace, sus besos saben dulces y familiares.

-Podría acostumbrarme al sabor- murmuro mordiendo su labio. Sher sonríe contra mi boca y vuelve a besarme. Coloco mis manos en la parte baja de su espalda para sostenerlo y me inclino para besarlo más profundamente. Las manos de Sher no tardan en deslizarse bajo mi camiseta, provocándome escalofríos por toda la piel.

Abandono su boca y sigo la línea de su mandíbula lentamente hasta llegar al lóbulo de su oreja, el cuál muerdo suavemente. Lawliet jadea y casi se soprende por el sonido, su necesidad creciendo contra mi. Aquello solo es un motivo para que lo vuelva a hacer y Lawliet me recompensa con un escalofrío que recorre su cuerpo de pies a cabeza.

-¿Puedo?- le pregunto y ambos sabemos de qué estoy hablando. Lawliet asiente y se arrodilla, dejándome deslizarme entre sus piernas hasta estar acostado en la cama. Entre los dos le quitamos los pantalones y la ropa interior. Sher se inclina hacia adelante, sus brazos doblados contra la almohada sus rodillas a ambos lados de mi cabeza y deja que lo lleve hasta el final.

Lo tomé con mi boca con cuidado, atento a sus reacciones, después de todo no era cualquier persona, sino Sher. No fue hasta que movió sus caderas contra mi boca que lo acepté como una invitación de continuar.

El resto fue más fácil, los sonidos de Sher me dejaban en claro que le gustaba y ya no tenía que preocuparme tanto por él y comenzar a disfrutar.

Cuando llegó hasta el final, Sher no pudo evitar gritar y se dejó caer sobre la cama a un costado. Me limpio la boca con el brazo y ruedo de costado apoyándome sobre mí antebrazo.

-¿Y bien?- le pregunto. Sher espera a recuperar el aliento antes de mirarme. Tenía las mejillas enrojecidas y los ojos brillantes.

-Como siempre imaginé- dice dejándome anonadado. Sher se levanta y observa mi entrepierna- Ahora te toca a ti.

Me dispongo a recostarme, sin embargo Lawliet me detiene.

-Usaré mi mano- me dice- Quiero verte.

Ésta vez solo me quito el pantalón y Sher corre el bóxer para meter su cálida mano en el mismo. Lawliet apoya una mano contra el respaldo junto a mi cabeza y me besa a medida que su mano comienza a moverse.

-Dime si está bien- murmura contra mi boca antes de volver a besarme. Como toda respuesta, nuevo mis caderas al ritmo de su mano, el movimiento acelerándose a medida que me llevaba hasta el límite. Hacia el final ya no nos besábamos, no podía contener los sonidos que salían de mi boca. Podía sentir la mirada de Sher sobre mí, estudiándome, sin embargo su mano despiadada ocupaba todo mi rango de atención.

Sher se sentó sobre mis piernas cuando todo terminó y dejé caer mi cabeza sobre su hombro, completamente satisfecho.

No sé si estuvimos así unos minutos o un año, sin embargo la realidad nos llamaba.

-Tenemos que irnos- me recuerda Sher, sus manos acariciando mi espalda bajo la camiseta.

-No quiero- murmuro contra su cuello y rodeo su espalda con mis brazos atrayéndolo más hacia mí. Lawliet besa mi cabello para luego mirarme.

-Nos necesitan, de supone qué hay una reunión en unos minutos- me recuerda. Hago una mueca.

-Lo sé, será mejor que nos vistamos antes de que noten nuestra ausencia.

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