26. Los pilares de la humanidad

574 78 3
                                    

Otrera

Por aquí y por allá la gente corría y gritaba cosas.

Las personas mágicas estaban divididas entre atender a sus heridas y ayudar a su Bruja Blanca, mientras que los Genetics simplemente trataban de no molestar y colaborar si era necesario.

La mayoría se encargaron de limpiar el salón destrozado. Las Brujas podrían haberlo limpiado más rápido pero sería injusto pedirles que lo hicieran considerando lo que había sucedido.

Así es como durante todo el resto del día, la compañía estuvo increíblemente ocupada. Sher asignó vigías y envió cuerpos de exploración en caso de más Desertores y envió a Daniel y Bruno a hacer guardia con él completamente amarrado y amordazado Samael.

Era entrada en la noche cuando se instaló una esperada calma en el abandonado hotel. El salón estaba todo lo limpio que podía estar, las heridas se encontraban reposando en sus habitaciones y Samael continuaba inconsciente, por lo que Sher envió a cuatro de los hombres de Daniel y Bruno para reemplazarlos durante la noche.

Nos encontramos en la puerta de la habitación de Zara y Elizabeth. La Bruja Roja no había dejado entrar a nadie más que a Sher y Oscar durante el día pero era cierto que todos estábamos preocupados.

Daniel tocó la puerta suavemente y, un momento después, la misma se abrió por sí sola.

Zara descansaba en el medio de la enorme cama y Elizabeth dormía a su lado, su mano sujetando la de Sher. El chico lucía agotado, unas profundas ojeras bajo sus ojos, sin embargo no había abandonado su puesto al lado de la cama por la comodidad de los sofás que se encontraban a unos metros.

Daniel y Bruno se sentaron a los pies de la cama y yo me dirigí hacia Sher.

-Oye, quizás deberías descansar un poco- le digo dándole un apretón en el hombro. Sher suspira, su mirada fija en las dos Brujas.

-Sabía que pasaría en cuanto habló. Si hubiera sido lo suficientemente rápido...

-Basta- lo corta Levi, su voz tan potente que Daniel y yo nos sobresaltamos- No es tu culpa. No es la culpa de nadie más que Samael.

-Levi tiene razón, Sher- le digo sacudiéndolo un poco para obligarlo a mirarme. Sher lo hace, sus ojos vidriosos ilegibles- en la guerra hay heridos, no podemos salvar a todos.

-¿Cómo está?- pregunta Daniel, aunque no sabría decir si se refería a Zara, a Elizabeth o ambas.

-Zara se encuentra estable- informa Sher- Oscar dice que sus signos vitales no han empeorado desde la batalla, sin embargo no sabe cuándo despertará.

-¿Y Elizabeth?

Sher tardó un momento más en responder esa pregunta. Su pulgar acarició suavemente la mano de su amiga antes de contestar.

-No ha dicho una palabra desde que sacamos a Zara del salón. Ha estado llorando hasta hace un rato, sé que se culpa a si misma- Sher cierra los ojos un momento y, cuando los vuelve a abrir, lucen más oscuros de lo usual- No he logrado convencerla de lo contrario, por supuesto. Espero que el sueño le brinde algún consuelo.

-Lo mismo digo yo de ti- declaro- ve con Levi y déjame tomar tu lugar. Hércules y yo les haremos compañía mientras descansas.

Sher pareció dudar un momento, sin embargo, la voz de Levi atrajo su atención.

-Mañana lo resolveremos- le dice él, sus ojos azules eran distinguibles incluso desde el otro lado de la habitación- vamos a dormir.

Nadie se perdió sus palabras, sin embargo no hicimos ningún comentario. Pareció una eternidad hasta que Sher se movió. El muchacho soltó la mano de su amiga y se inclinó sobre ella, besando momentáneamente su cabello antes de separarse.

-Ustedes también deben descansar- indica dirigiéndose hacia Daniel y Bruno- estuvieron haciendo guardia todo el día.

-Eso haremos, jefecito- declara Daniel levantándose luego de una última mirada a sus amigas. Bruno lo sigue y, por algún motivo, palmea brevemente el hombro de Levi antes de irse.

Tomo el asiento de Sher junto a la cama y Hércules trae un banco para sentarse junto a mí.

Observo a Levi rodear los hombros de Sher con su brazo y llevárselo fuera de la habitación, no si antes regalarme una mirada de gratitud por darle un descanso a sus amigo.

Tomo la mano de Elizabeth de vuelta, la cuál se encontraba cálida por el reciente tacto de Sher. No noté que Hércules me estaba observando fijamente hasta que sentí su mano acariciando mi mejilla.

-¿Qué pasa?- le pregunto en Griego Antiguo con suavidad. Hércules no hablaba mucho frente al resto, sin embargo nuestros momentos a solas eran como volver a casa inmediatamente.

-Sé que en años humanos tienes la misma edad que estas niñas- dice observando a las dos Brujas- pero sabes que no es así. Eres una Reina Amazona y yo soy un Dios. Tenemos que ayudarlos.

-¿Qué crees que estoy haciendo ahora?- le pregunto con una suave sonrisa. Hércules la devuelve y besa mi mejilla brevemente antes de recostarse más profundamente contra el asiento.

-Lo sé- concuerda- solo digo que esto es sólo el principio y que, cuando las cosas se pongan realmente malas, los humanos necesitarán a alguien que los ayude a ponerse de pie de nuevo.

-Y allí estaremos- murmuro. Hércules asiente.

-Allí estaremos.

GeneticsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora