Encontrar el Éter fue tan fácil como esperaba: una página vacía, oscura, oprimente, agobiante entre medio de un libro lleno de dimensiones llenas de vida y color. Una oleada de pánico me recorrió al caer en cuenta de que Sher estaba en medio de todo eso y Elizabeth también.
Lo difícil no era ver las dimensiones si no acceder a ellas: crear una conexión entre dos mundos, un portal. La primera vez que lo hice salió casi por instinto, sin embargo había agotado todos mis poderes y fui incapaz de acceder al libro por un año. Desde ese entonces no intenté hacerlo de nuevo pero había practicado alternativas para ir fortaleciendo mis habilidades: buscar determinada realidad en un tiempo determinado, mantener la conexión con ellas durante el mayor tiempo posible, entre otras cosas. Definitivamente me sentía más en contacto con mis habilidades ahora que en aquel entonces, lo cual tenía que servirme de algo.
Con cuidado, me interno en la dimensión. Al igual que con el salón, era simplemente un visitante: no podía interactuar con nada de la misma, lo cual significaba que no podía sentir aquello que hacía sufrir a Lawliet de aquella manera.
En la oscuridad infinita y oprimente, comencé a buscarlo.
-¡Lawliet!- lo llamo, sin embargo no oigo respuesta alguna. No hay forma de que te escuche. Me recuerdo. No estás dentro de la dimensión. Sin embargo, tenía que abrir el portal a último momento ya que, en cuanto lo hiciera, el Éter me afectaría y sería cuestión de tiempo antes de encontrarme en la situación de Sher.
-Zara- hablo- dile a Elizabeth que Sher tiene que llamarme, necesito oírlo.
En la distancia, escuché a Zara murmurándole algo a Elizabeth y, un momento más tarde, escuché su voz en la distancia llamándome, desesperada. Fue como un shock de adrenalina dentro de mi ser y comencé a correr en dirección al sonido más rápido de lo que nunca corrí en mi vida. Estaba jugando una carrera contra el tiempo y, si no era lo suficientemente rápido, éste me ganaría.
No sé cuanto había recorrido cuando por fin distinguí su silueta en la distancia. Su cabello blanco era como una pizca de luz en el medio de la nada absoluta y verlo fue como volver a respirar y volver a la vida a la vez.
Lo alcancé en lo que pareció un instante, pero Sher no podía ver que estaba allí. Se encontraba en posición fetal, sus manos aferradas a su cabello con tanta fuerza que seguro se había arrancado parte del mismo y, a su lado, una silueta más difusa sobre él, abrazándolo, conteniendolo: Elizabeth.
No necesitaba nada más para decidirlo. Uní ambas manos frente a mi rostro y, como si estuviera abriendo una puerta deslizable, las moví hacia ambos lados, usando toda la energía dentro de mi ser. Un portal ovalado se abrió frente a mí y caí hacia adelante siendo abrumado por el Éter.
Sabía que había resultado por dos motivos: primero, porque Sher se incorporó con un grito de sorpresa y, segundo, porque ahora podía entender los gritos de Sher. Se sentía como si me aplastaran de todas direcciones y me quitaran todo el aire del cuerpo a la vez.
-Sher, tu mano- le grito, sintiendo que me ahogaba. Sher la encontró al instante y aferrarla fue a la vez lo más fácil y difícil que tuve que hacer en mi vida. Tiré de su mano hacia mí y Sher colisionó contra mi cuerpo, enviándonos a ambos hacia atrás y de vuelta a nuestra dimensión. Aparto a Sher rápidamente y me incorporo para cerrar el portal, lo hice de la misma forma que lo había abierto: coloqué mis manos a ambos extremos del portal y las cerré como si estuviera cerrando las puertas de un placard.
Caí sobre mis rodillas y tardé un momento en recuperar el aliento. Para cuando alcé la cabeza, las personas mágicas habían roto la conexión y observaban la escena con inquietud y alivio a la vez plasmado en sus rostros. Sher se encontraba donde lo había dejado, sin embargo Elizabeth se había arrastrado hasta estar a su lado y Lawliet se aferraba a ella como si separarse significara volver a estar allí.
Tardé un instante en notar que estaba llorando, Elizabeth también lo estaba. Era un llanto silencioso, doloroso, casi privado. Varias personas se apartaron de la escena y comenzaron a retirarse, sabiendo que no debían estar allí. Zara les agradeció silenciosamente a medida que se retiraban y, cuando todos se habían ido, volvió su atención a los dos.
-Hey- murmura colocando una mano sobre el hombro de Sher. Lawliet se encogió en cuanto ella lo tocó, su cabeza hundiéndose más en el cuello de Elizabeth, la Bruja Roja lo abrazó incluso con más fuerza. El cuerpo de Sher temblaba de pies a cabeza. Quería acercarme y tomar el lugar de Elizabeth, consolarlo yo mismo, sin embargo ella había sido la única que había podido aliviar su dolor durante aquellos minutos infernales y, para alguien tan delicado como Sher, Elizabeth debía ser ahora mismo lo más cercano a la idea de la seguridad que nadie más podría igualar. Ella era su chocolate ahora.
La Bruja Blanca me mira, sus ojos siempre tan calmos lucían profundamente tristes. No había notado que mis manos temblaban hasta que ella las tomó e inclinó su cabeza hacia mí. Me pareció una sensación familiar y a la vez desconocida, el gesto que una hermana mayor podría tener. Me dejé envolver por sus brazos y su calor hasta que mi respiración se tranquilizó aunque, por el ligero temblor en las manos de Zara sobre mi espalda, no sabía quién estaba consolando a quien.
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Genetics
ActionSebastian se ha aliado con Urian para destruir a los Dioses de una vez por todas y depende de los Genetics acabar con ellos. El problema es qué hay cinco personas en el mundo que conocen a Sebastian y cómo podrían derrotarlo y todas ellas se encuent...