17. Control mental

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Levi

Zara, a través de un hechizo, permite que el Desertor pueda mover la cabeza.

-Soy Levi, ella es la Bruja Blanca. Dinos tu nombre.

El Desertor lo consideró un momento y pareció llegar a la conclusión de que no era una pregunta tan extrema como para someterse a torturas por negarse a responder.

-Soy Samael Polansky- dice a regañadientes.

-Dinos qué hacías en Italia, está algo lejos de la Antártida y algo me dice que no estabas allí por asuntos religiosos.

Samael arruga la nariz, sin embargo, responde.

-Me ha enviado el Emperador, ¿Pueden darme un vaso de agua?

Miro a Zara.

-No- decreta ella- continúa o lo único que beberás será tu propia orina.

-¿Emperador? ¿Te refieres a Sebastian o a Urian?- pregunto. Samael me observa como si fuera estúpido.

-Sebastian, Urian, los dos son la misma cosa. Están unidos y no importa a quién nos dirijamos.

-¿Para qué te enviaron?

Samael permanece callado. Doy un paso adelante, sin embargo Zara me detiene posando una mano en su hombro. La chica se detiene y se agacha hasta que su rostro se encuentra a la altura del Desertor.

-O hablas o tendremos que sacarte las respuestas por la dureza. Te voy a dar varias alternativas...

Zara continuó hablando, sin embargo sabía que algo andaba mal. Si Samael era un Genetic era por que poseía algún poder y si no lo había utilizado hasta ahora era porque su cuerpo inmovilizado no lo permitía pero, ¿Qué tal si ese poder se encontraba concentrado en rostro?

Sher pareció pensar lo mismo, porque se acercó hasta estar a mi lado y le habló a Zara.

-Zara, yo no me acercaría tanto si fuera tú- le advierte, sin embargo ya era tarde. Samael le escupe y Zara cae al suelo hacia atrás, inconsciente.

Elizabeth grita y se arrodilla a un lado de su novia. En dos pasos cierro el espacio entre mí y Samael y me coloco a sus espaldas donde no puede escupirme. Saco una navaja de mi cinturón y la coloco contra su nuca.

-Levi...- murmura Sher en advertencia.

-¿Qué le hiciste?- grito, furioso. Samael ríe en respuesta.

-Bruja Blanca, levántate- dice. Zara se incorpora como si fuera una marioneta muerta, sus extremidades flojas y sin voluntad, sus ojos completamente blancos.

Elizabeth se lanza hacia atrás, horrorizada y observa a su novia caminando hacia Samael. Control mental. Pienso, debe concentrar su poder en su saliva.

-Mátalos- le ordena Samael.

Estoy por decir algo cuando Zara estira su mano hacia mí y siento una fuerza sujetando mi cuello y elevándome en el aire. Me llevo las manos al cuello mientras jadeo en un intento de respirar, sin embargo no hay nada que pueda apartar de mi cuello.

Elizabeth se interpone entre Zara y yo y levanta ambas manos hacia Zara, cuando habla, apenas reconozco su voz.

-Zara, es Levi, déjalo ir- ruega, su voz quebrada.

Sentía que la cabeza me iba a estallar y sacudía mis piernas con tanta fuerza que temía desgarrar algún músculo, sin embargo no podía disminuir el dolor en mi cuello y el fuego en mis pulmones.

-Déjalo- le ordena Elizabeth acercándose hasta estar a un respiro de Zara. Su novia la mira, sus ojos blancos e irreconocibles- Yo soy la verdadera amenaza en esta habitación, mátame a mi primero.

Aquello pareció ser lógico, ya que Zara me dejó caer al suelo.

Respirar de nuevo fue tan agonizante como fue un alivio. Tosí con tantas fuerzas que sentía que mi garganta se iba a partir en dos, mi pecho a punto de explotar. Dos manos me sujetaron el cabello y me obligaron a mirar hacia arriba. Apenas podía verle el rostro, las lágrimas en mi rostro me hacían ver todo borroso.

Sher las aparta, sus manos temblorosas. Nunca lo había visto tan asustado.

-Levi- me llama, su voz herida, sus ojos recorriendo mi cuello, el cual debía estar violeta e hinchado. Quiero responderle pero intentar hablar se siente como un millón de cuchillas en mi garganta. Lawliet aprieta sus manos en mis hombros con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos, sus labios apretados.

De pronto, Sher me abraza. Puedo sentir el calor que emana su cuerpo a través de nuestras remeras, su suave cabello contra mis mejillas, sus manos sujetando mi nuca con desesperación. Podía sentirlo temblar contra mí y sabía que solo yo podría tranquilizarlo. Él lo había dicho: eres lo más parecido al chocolate que tengo.

-Shh- murmuro acariciando su espalda- estás bien. Estoy bien. Shh.

Pasó un momento hasta que Lawliet dejó de temblar. Elizabeth y Zara se encontraban sumidas en su propio mundo. Ambas estaban paradas a un lado contrario de la habitación y se observaban fijamente.

-Tenemos que salir de aquí- murmura Sher contra mi oído, su cerebro brillante en acción- hay que avisarle al resto.

Asiento e intento levantarme. Sher me ayuda y, justo cuando nos encontrábamos en busca de la Salida, Zara estiró ambas manos.

Elizabeth, Lawliet y yo nos vimos arrastrados hacia ella y en un instante nos encontrábamos en la calle.

-No arriesgaré a mi amo- dice Zara, su voz muerta e irreconocible, como la de un Zombie.

Nos encontrábamos en la calle frente al hotel. Intenté decir algo pero Elizabeth nos envió volando hacia atrás y nos depositó con cuidado junto a la puerta del hotel.

Había miedo en su mirada y sabía por qué.

Si se enfrentaba a Zara, se estarían enfrentando las dos Brujas más poderosas del mundo. Elizabeth tenía más poder pero Zara sabía controlar mejor los suyos gracias a sus años de estudio, sin embargo el daño que podrían hacerse una a la otra podría ser irreparable.

Elizabeth debía pelear contra la mujer que amaba, Zara ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo.

-Si se enfrentan, podrían destruir todo Paris- murmura Sher a mi lado. Mi amigo se queda en silencio un instante y puedo ver a Elizabeth mirando hacia él. Después de un instante, la chica asiente y vuelve a mirar a su novia

-Le dije que intente defenderse pero no atacar. Debe contenerla para darnos tiempo a pensar como responder.

Asentí y estábamos por entrar al hotel, cuando Zara envió un auto volando a toda velocidad en nuestra dirección.

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