48. El reencuentro

415 76 15
                                    

Elizabeth

-Debo admitir- comenta Urian- que eres una oponente digna.

Lo dijo sin ningún esfuerzo, sin mostrar un mínimo signo de cansancio. Yo, por otra parte, apenas podía mantenerme de pie.

Tu puedes, Liza, solo un poco más. Me pide Zara, su voz era como una medicina en el alma, dándome un poco más de fuerzas.

Observo a Urian, blanco e impecable, su rostro hermoso y mortal. No podía entender como Sebastian y Sher podían ser descendientes de aquel monstruo.

-No ganarás, no te dejaré- Lo amenazo. Urian se acerca a mí, sus pasos no resuenan en la infinita oscuridad del Éter.

No la toques. Escucho la voz de Zara resonar en la oscuridad.

-¡Zara, no!- la detengo- ¡Debes mantenerte en el mundo real, si te adentras en el Éter serás más débil!

Urian sonrió, una sonrisa tan hermosa y horrible a la vez que me dejó helada en mi sitio.

-La Bruja Roja- dice rodeándome, observándome- tanto poder reunido en una sola persona, ¿Has pensado lo poderosos que seríamos juntos?

¡Aléjate de ella! Grita Zara, su furia hacia que todo temblara dentro de mí. Urian toma mi mentón y lo levanta para obligarme a mirarlo a los ojos. Comprobé, con horror, que eran iguales de los de Sher.

-Heriste a la gente que amo, miles de personas están muertas por tu culpa- espeto, intentando controlar mi voz- Prefiero morir antes que unirme a ti.

¡Elizabeth! Me grita Zara, sin embargo no la escucho, toda mi atención está en Urian.

-Bien- decreta, su rostro sumiéndose en una máscara de desinterés- que desperdicio de potencial. Que así sea. Muere.

Levi

-Encuentra a Selene y vayan con sus padres- le dice Sher a Alexander.

-¿Estarán bien sin mí?- pregunta el Dios.

-No puedo asegurarlo factualmente pero si te consuela emocionalmente si, estaremos bien- le asegura mi novio. Alexander se lo queda mirando un momento y luego dirige sus ojos hacia mí.

-Estaremos bien- repito- Ve con tu familia.

Alexander asiente y sale volando en dirección contraria. Lo observo perderse en el pasillo hasta que Sher tira de mi brazo para llamar mi atención.

-El portal- me dice. Asiento y observo a Zara.

-¿Cómo te sientes?- le pregunto, preocupado. Estaba muy pálida y transpiraba tanto que hasta sus mejillas se habían puesto rojas.

-¡Elizabeth!- gritó Zara una vez antes de desmayarse por completo. Todos la observamos, esperando que algo sucediera, sin embargo Zara no volvió a moverse.

-Bájalas- ordenó Sher, su voz urgente.

-Sher, ¿Qué sucede?- pregunta Bruno, preocupado.

Los ojos de Lawliet viajaban de una Bruja a la otra con preocupación. Hasta el momento Elizabeth había permanecido impoluta, como si se hubiera quedado dormida, mientras que Zara se había ido agotando lentamente. Sin embargo ahora algo había cambiado: Elizabeth había comenzado a agitarse también.

-Zara se adentró en el Éter con Elizabeth- nos explica, sus manos moviéndose sin control a ambos lados de su cuerpo. Tomo una de ellas y le doy un apretón.

-Oye- Lo llamo. Lawliet respira profundamente una vez antes de mirarme, puedo ver en el fondo de su mirada lo que nadie más puede ver: está asustado- ¿Qué podemos hacer?

-No podemos ayudarlas como están- niega, su mano aferrándose a la mía con fuerza, como si estuviera matando todos sus miedos entre nuestras manos- tenemos que llegar a Sebastian. Levi, abre un portal.

Y así lo hice. Daniel cargó a las dos chicas en sus hombros y aparecimos detrás de un grupo de guardias. Toda la habitación estaba llena de ellos.

-Bruno- susurra Sher, su voz era apenas un suspiro- encárgate de ellos.

Sher no tenía que decirlo dos veces. Bruno alzó ambas manos y, en un momento de confusión total, levantó a todos los guardias de la habitación en el aire y los golpeó contra el techo, contra el suelo de vuelta y de nuevo contra el techo.

-Ah, como en los viejos tiempos- murmura Daniel, observando a los soldados inconscientes con una extraña mueca de simpatía. Al parecer el pelirrojo había experimentado aquel truco de Bruno antes.

Estaba tan concentrado observando su discusión que no me percaté de que Sher ya estaba avanzando entre los cuerpos hacia el centro de la habitación.

-¡Espérame!- Lo llamo y corro detrás de él.

Lawliet se detiene de pronto y se enfrenta al trono de metal en el medio de la habitación. Dos pares de ojos tan idénticos y tan fríos como un glaciar se encuentran por primera vez después de cuatro años. Sher es el primero en romper el silencio.

-Hola, hermano.

GeneticsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora