53. Los Cinco Elementos

486 75 12
                                    

Levi

Supe que tenía que soltar la mano un instante antes de que sucediera. Me lancé hacia atrás a la vez que Lawliet se iluminaba, un brillo blanco emanando de su cuerpo y de sus ojos ahora abiertos.

El aire se cargó de una nueva energía, una nueva densidad, y fue como quitarse un peso de los hombros.

Poco a poco, el brillo que rodeaba a Lawliet comienza a desvanecerse y su cuerpo se desliza hasta que las plantas de sus pies se apoyan en el suelo.

Sher abre los ojos y es, a la vez, el mismo y alguien completamente nuevo. Casi puedo sentir el poder manando de él y, por un instante, casi sentí miedo al acercarme.

El Éter se voltea hacia su hermano, quien yacía inconsciente, y se acerca al mismo. Lo observamos revisarlo y tomar su pulso.

-Es débil- anuncia al mismo tiempo que Némesis y Pablo aparecen en la habitación.

-Al fin, la sala correcta- murmura. Lucia mas pálido de lo usual y se encontraba recargado contra Némesis.

-¿Qué sucedió?- pregunta Daniel.

-Solo un rasguño- responde Pablo sin dar muchos detalles- un caballo volador atravesó el techo y anunció que era el mismísimo Pegaso. Hércules se subió al mismo con Selene y se unieron a la batalla del exterior.

-Es malo- dice Sher, de pronto, su mirada enfocada en otra parte, como si pudiera ver a través de todas las paredes del recinto- tenemos que ayudarlos.

-¿Qué hay con Sebastian?- dice Bruno señalando al Chico Niebla.

-Nosotros nos quedaremos con él- anuncia Pablo- No estoy en condiciones de luchar y Némesis puede protegernos si alguien intenta atacarnos.

Había tanta convicción en su voz que nadie se atrevió a contrariarlo.

Nos llevó quince minutos encontrar la salida. Las Brujas, Daniel y Bruno salieron primeros. Lawliet estaba por seguirlos cuando lo detuve.

-Espera- le digo, mi mano aferrándose a su brazo como si pudiera desvanecerse entre mis dedos en cualquier momento.

Él me observa, sin embargo no encuentro las palabras.

-Soy la misma persona, Levi Waters- me dice, sus ojos fijos en los míos. Era como si pudiera leerme el pensamiento.

-Lo sé es que...- murmuro- yo también te amo.

Una sonrisa se dibuja en el rostro de Sher. Una de esas sonrisas enormes y genuinas que solo yo podía ver y la calidez que me invadió parecía capaz de combatir hasta el frío mortal de la Atlántida.

Lo atraigo hacia mí y rodeo su cintura con mis manos. Las manos de Sher no tardan en aferrarse a mi cabello y en un instante nos estamos besando.

Sus labios sobre los míos eran suaves y familiares y permitieron que el nudo de pánico que se desataba en mi interior se aflojara un poco. Lo beso sin cuidado, lo beso como si no se estuviera desatando una guerra ahora mismo, lo beso como si fuéramos las últimas dos personas en la tierra.

Cuando nos separamos, los dos estamos sin aire y, para mi sorpresa, Lawliet ríe.

-Incluso Urian creyó que eras atractivo- se burla y sus ojos recorren mi rostro- No exagera. Me besa una vez más y lo dejo ir, sintiéndome ligero y fortalecido, como si pudiera luchar durante seis horas más sin parar.

Nos unimos al resto fuera de los muros y observamos la escena que se desenvuelve frente a nosotros: los Genetics y las Personas mágicas luchan a la par contra los Desertores y los Demonios en la tierra. En la distancia se alza una criatura gigantesca y monstruosa que parecía estar hecha de un volcán en erupción.

-Cronos- dice Bruno.

Los Elementos luchaban contra él, dos de ellos volaban y los otros dos estaban montados en un, ¿Dragón?

Sobre ellos se podía distinguir la silueta de dos caballos alados. Cicero y Pegaso, los Griegos luchando como si no hubiera un mañana y así lo era.

Daniel echa a correr hacia la lucha y le arranca el demonio de la espalda a una Hechicera al mismo tiempo que Bruno usa sus poderes para arrancarle la cabeza.

Elizabeth y Zara se unen a las suyas, quienes gritan cuando ven a sus líderes de vuelta.

Cronos alzó un puño de lava y lo dirigió hacia Otrera. Puedo sentir mi corazón detenerse, la Amazona no tenía ninguna escapatoria de allí, sin embargo el puño se detuvo en cuanto alcanzó a Otrera, como si una pared se interpusiera entre los dos.

-Algo es diferente en ella- me dice Lawliet, quien también la estaba observando- es más poderosa.

-Ellos te necesitan- le digo- necesitan al quinto Elemento.

-Lo sé- contesta y me mira- cuando vuelva a verte, habremos ganado.

A pesar de mi cansancio, a pesar de mis miedos, le sonrío.

-Cuento con ello, amor.

MAÑANA ÚLTIMO CAPÍTULO

GeneticsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora