|Lo que el Frío se Llevó

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Me pregunto cuanto tiempo llevaba aquí, admirando cerros, montañas repletas de nieve

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Me pregunto cuanto tiempo llevaba aquí, admirando cerros, montañas repletas de nieve. Seoul era helado, pero sentía que me estaba congelando todos los días en este lugar. Y sin embargo me gustaba, era una extraña sensación. El maestro Haein dice que es algo de nuestra raza, estamos hecho para sentirnos cómodos en esta clase de climas. Nuestros antepasados tan solo vivían en montes camuflándose con el manto blanco que adornaba la tierra de estos. Por eso, la gente solía emprender una larga travesía para encontrarlos. Llenos de provisiones y rezando por no morir en el camino. Excepto los codiciosos que tenían a gente esclavizada y mandaban a tales como mensajeros, pero no era tan fácil encontrar un niveus.

Mis piernas estaban cansadas de tanto correr. Y sentía que si daba un paso más caería al suelo, pero eso sería un error. No puedo caer, no está permitido. En los árboles hermoseados con la blancura de los copos de nieve que habían decidido visitarlos no pude observar nada. Y a mí altura tampoco.






Habían pasado cuatro meses.





Cuatro meses de que había salido de mi casa, un mes en la del maestro Haein y tres aquí. La garganta se me estaba cerrando, dolía también. A lo lejos un aullido se escuchó, no me detuve por este, pero de repente algo más pude oír. Fue apenas un murmullo entre el viento, entre el sonido de los árboles bailando. Mis pies se detuvieron.

Hay ciertas reglas que seguir. No puedes nunca bajar la guardia, eso es algo general, pero algo más específico entre los niveus era la justicia en una batalla. El problema es que los demás no eran justos. Así que debías ser más audaz, respirar al son de la naturaleza, y unir tus destrezas con tu alma. Yo aun no podía hacer lo último. Intentó concentrarme mientras pongo una mano en mi abdomen a la vez que respiro hondo, notó que mi traje de practica esta algo empapado por la nieve que caía hace un rato. El maestro Haein me había contado que cuando un niveus logra hacer el antiguo arte de unir su arma con el alma propia, el cuerpo por alguna razón aumentaba de temperatura y en los lugares donde nuestros antepasados hicieron su vida podíamos ser como peces en el agua.

Otro ruido se escuchó, era la izquierda; no, la derecha. Me estaba confundiendo a propósito. Venia por detrás.

Un chirrido de unos pies deslizándose sonó. Cuando oyes que alguien viene por ti, es una cuenta regresiva. En unos segundos tendrá su arma contra ti y tú solo puedes actuar al instante. Saque ambas cimitarras que estaban guardadas detrás de mi espalda y me gire cruzándolas. De inmediato un golpe se escuchó, ambas se habían topado con una katana. Y su dueño, el maestro Haein se encontraba detrás de esta. Su arma tenía un simbolismo personal, al ser de su abuela que provenía de Japón. Ella era una niveus de alto prestigio, y se había casado con su abuelo que era de nuestro país y que a diferencia de ella no poseía esa gran reputación, la gente no entendía el por qué había tomado esa decisión. En cambio, las mías eran cimitarras, de hoja ancha y curva, la primera vez que las había visto estaba aterrado. ¿Cómo podría yo usar algo así? Pero ahí estaba el hecho, ellas tenían que escogerte. Mis dos sables eran gemelos, no sabía mucho sobre sus procedencias, pero si estaba informado de que pertenecían a diferentes personas. Me habían llamado entre susurros durante la noche.

HIDING; [YOONJIN + TAEJIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora