bienvenida

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El viaje resultó ser más divertido de lo que imaginé.
Al menos mi primera vez en un tren había Sido placentero; aunque hubiese deseado que mi madre estuviera aquí para que viviera la misma experiencia ella misma.

En toda mi vida, nunca había visto otro lugar que no fuera mi ciudad natal, o al menos no tan lejano a ella. Durante este periodo de viaje todo era una total y completamente nueva experiencia.
El paisaje estaba repleto de árboles y neblina, en su gran mayoría, pigmentado hasta el cielo y el aire de un tono verdoso que enamoraba a cualquiera que viera las maravillas naturales de este lugar.

Fue un viaje de aproximadamente unas horas, había perdido la cuenta después de doce.

Al llegar a mi destino, uno de los maquinistas nuevamente se acercó hacia mi; el tren se había detenido de una vez, lo que había echo más fácil que el hombre de unos treinta o cuarenta años se me aproximara.

—Señorita ___(t/a). Lamento la demora de el viaje y por la atención, pero yo mismo la puedo escoltar hacia la estación, donde, tengo entendido, que uno de los miembros de la familia Forge vendrá a recogerla — comentó el Hombre con una sonrisa algo forzada. Una sonrisa que apenas pude visualizar por el bigote prominente que cubría la mayor parte de su labio superior.
Aunque dentro de mí, aún no entendía a qué se refería con "atención", yo creo que está atención es demasiada y satisfactoria.
—Gracias — me límite a responder.

Acompañada por aquel hombre, baje a brincos del tren, donde también me entregaron mis valijas, (solo dos valijas, obviamente no repletas) y continúe con mi caminó hasta la estación central, donde no solo había trenes, sino que también automóviles y carrozas.
El joven sin decir una palabra más, dejo el equipaje en dónde me encontraba, y se fue sin nada más que decirme.

No había pasado en realidad mucho tiempo, y ya comenzaba a sentir como mi cuerpo comenzaba a estremecerse de frío.
Llevaba puesta sola una blusa de mangas largas y tejidas que no cubría mucho en lo absoluto, mis pantalones tampoco eran los adecuados para este clima, y mi único abrigo que llevaba conmigo se hallaba hasta el fondo de mi valija más grande.
Claro que este no era el momento más oportuno de abrir una maleta en medio de una estación de trenes, donde mucha gente podía mirarme y comentar cualquier cosa sobre mi.
Sin dejar de lado que ya me miraban como un bicho raro, al parecer, para los Suecos mi apariencia era demasiado extranjera a su habitualidad.

—¿Usted es la señorita _____(t/a)?
Escuché a mis espaldas una voz profunda, ronca y desconocida. Y además que hablaba mi idioma.
—Sí — dije con la mayor seriedad que pude. Me sentía nerviosa y aterrada, mi cuerpo temblaba, además de frío, de una ansiedad incontenible que me era difícil de disimular.
—Me llamo Asbjörn Kirmet, soy el casero de la familia Forge, me pidieron que fuera yo quién la llevará a su nuevo hogar señorita — dijo educadamente, con una sonrisa de por medio y un porte muy elegante que me dejó muy impresionada.
Su ropa se veía fina: un traje sastre color negro, con botones por doquier color dorados, unos cuantos adornos que colgaban de su pecho y un sombrero que resaltaba la edad algo avanzada del hombre de tez pálida, cabellos rubios y ojos claros como el agua.
En cambio yo, poseo cabello castaño y corto hasta casi mis hombros, un tono de piel un poco más bronceado al de ellos, ojos color cobre y de estatura mucho más baja que cualquiera.

Después de contestar, el caballero tomo mis maletas y me llevó  hasta una de las carrozas que aguardan del otro lado de la estación.
Al subir a la dichosa carroza, nuevamente la ansiedad recorrió mi cuerpo ya un poco más cálido. Me imaginaba lo que tenía que enfrentar en el momento en el que llegue a la casa de la familia Forge.

El camino se llevó a cabo en silencio, esta vez yo era la que no tenía las ganas de sacar conversación con un completo desconocido, y en general no soy la clase de chica que disfrute de conversaciones o de la compañía en particular de la gente.

Al cabo de a penas una hora, ya habíamos llegado a la casa.

Estaba en la cima de lo que parecía un bosque.
Los árboles nos rodeaban, se podía ver nublado y con poca luz a los alrededores.
La carroza comenzó a frenar de manera un poco violenta, debido al terreno hostil en el que nos encontramos.

—Llegamos — me informó el hombre, casi al mismo tiempo de levantarse para abrir la puerta y ayudarme a bajar.
Pronto, el aire helado volvió a entrar en mi cuerpo.
Creo que está sería la primer problemática que tendría para adaptarme a este nuevo sitio.
El buen Asbjörn, se abrió paso para poder llevar mi equipaje y dirigirme a la puerta principal.

Llegamos los dos a la puerta, donde fueron suficientes tres golpes con la esclava para que una chica saliera a atendernos.
Sin duda era una mujer hermosa, de finos y largos cabellos rubios, que resaltaba su piel pálida y ojos cristalinos.

—Välkommen (Bienvenidos), espero que el viaje haya Sido placentero — celebra la mujer, formalizando una sonrisa que me dedicó tiernamente. Su actitud variaba entre nerviosismo y carisma muy natural, tratando de hablar todo el tiempo en mi idioma.
—Hola, gracias por la bienvenida — respondí amable —. ¿Señorita?...
—Boel, preciosa, solo Boel — finalizó la mujer quién con solo un vistazo rápido a Asbjörn, nos dio el pase de entrada a la hermosa y lujosa casa de la familia Forge.

Me sentía muy insegura y confundida, todo sucedía demasiado rápido como para poder procesarlo con la seriedad necesaria.
—Señorita, ella es la señora Forge — me dijo Asbjörn, al notar mi rostro de confusión.
—¿Ella es la señora Forge? — pregunte involuntariamente. No creí que la conocería tan rápido e informalmente.
—Pero descuida, no tienes que llamarme así. Lo que quiero es que te sientas lo más cómoda posible en tu estancia con nosotros. Por desgracia mi esposo no está aquí para recibirte, pero estoy segura que está muy entusiasmado de conocerte — la chica junto con Asbjörn, ahora se dirigieron completamente a mí, supongo que esperaban una respuesta de mi parte.
—Gracias — sonreí con una gran presión dentro de mi pecho. Ahora la inseguridad se había hecho muy indiscreta (Mucho más por qué podía notar el esfuerzo de la chica para poder dirigirse a mí en mi idioma).

—Llevaré el equipaje de la señorita ___(t/n) a su estancia, señora Forge, si me disculpan — comentó fuera de tema Asbjörn. Quien enseguida partió escaleras arriba con mis maletas junto con él.
Ya cuando por fin me sentía un poco más cómoda con la presencia de Asbjörn, se le ocurre abandonarme cuando estoy a punto de sufrir un colapso de ansiedad extrema.
—¿Qué tal el viaje? — pregunto la chica como nuevo tema de conversación.
—Divertido, en realidad — respondí, aunque mi atención estuviera totalmente ausente de la mujer.

No podía dejar de contemplar la belleza de la casa, era muy hermosa: medía como diez veces más de mi casa anterior, tapizada de un color blanquecino y decorada con candelabros y velas decoradas con lo que parecía oro y plata.
(A dónde demonios me vinieron a meter, a una casa o al paraíso).
—¡Oh! discúlpame, no te he mostrado la casa. Acompáñame.

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dance with the devil: Ghost Donde viven las historias. Descúbrelo ahora