Capítulo 24

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ADVERTENCIAS DEL CAPÍTULO:

Este capítulo contiene escenas de sexo explícito y lenguaje fuerte. Se recomienda discreción.

Personas menores de edad (-18) que lean este contenido será bajo su propia responsabilidad y teniendo en cuenta las advertencias anteriormente mencionadas.

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Una melodía armoniosa irrumpió en mis sueños. Parpadeé, aturdida. Todavía parecía ser muy temprano, porque los cristales de la ventana estaban empañados. En cuanto me moví, sentí el peso de un cuerpo revolverse a mi lado. Me giré, buscando al intruso, y me topé con unos ojos castaños contemplándome. La canción era una balada que me gustaba de Duran Duran1.

         Jonathan estaba recostado a mi lado, apoyándose con un codo sobre la cama, mientras con su mano libre sostenía frente a mí una taza de café caliente. Fruncí el ceño, sin saber cómo reaccionar. Ya no parecía enojado, sino más bien pletórico, como si algo le hiciera ilusión.

Su:... ¿Te gusta Duran Duran?- atiné a decir con voz ronca.

Jonathan: Ah... Sí- rió extrañado, al parecer aquello lo había tomado desprevenido.

Su: A mí también- reflexioné todavía adormilada.

         Me estiré torpemente, restregándome los ojos para espabilarme. Luego lo miré, curiosa. 

Su: ¿Qué estás haciendo?

Jonathan: Te preparé café. La última vez tú me preparaste uno y yo me lo tomé- se encogió de hombros, como si se disculpara.

         Me incorporé para sentarme a su lado y acepté la taza, llevándomela a los labios para soplar sobre ella, sintiendo el calor del humo olor a café espabilarme. Luego lo miré.

Su: Gracias...

Jonathan: (sonrió con los labios fruncidos) ¿Sigues enojada?

         Me mordí el labio, pensativa, mirándolo de reojo.

Su: ¿Podremos hablar ahora?

         Asintió, y yo bajé la mirada entonces, algo cohibida. La cabeza me punzaba terriblemente.

Su: (suspiré) Traté de buscarte toda la semana, te mandé mensajes y te llamé, pero no respondiste. Pensé que te habías olvidado de mí y ni siquiera te habías tomado la molestia de decirmelo.

Jonathan: (frunció el ceño) Te dije que perdí el teléfono. No podía comunicarme con nadie... Y pensé que tú eras la que no quería saber más de mí.

Su: Pero si fuiste tú quien ya no me buscó.

Jonathan: Pero fuiste quien me dejó botado el martes por la mañana y me dijo que no eramos nada, ¿no?

         Tragué saliva, escudándome tras la taza de café.

Jonathan: Creí que habías decidido pasar de mí, que te habías aburrido ya o algo así.

Su: Oh... ¿eso fue lo que pensaste?

Jonathan: ¿Qué otra cosa podía pensar? Estabas tan fría y tan indiferente, y parecías molesta solo porque te dirigiera la palabra.

Su: Pero... te dije que me sentía mal.

Jonathan: (rodó los ojos) Tú y yo sabemos que no sabes mentir, Su.

EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora