Capítulo 54

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[Live with me - Massive Attack]

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Mientras observaba el amanecer por la ventana frontal de la habitación, pensaba en la innegable realidad del ser humano: que está solo; que solo nació y solo morirá, y que, aunque yo esté acompañada por el resto de mi vida de personas tan maravillosas como Jonathan, o como Tony, o Em, nunca dejaré de sentirme sola si no me acepto y me amo a mí misma; y este concepto tan trillado y tan simple -el amor- puede resultar uno de los más complejos para la humanidad.

         Yo sabía muy bien que decir me amo a mí misma no resultaba tan trivial como podía parecer. Necesitaba pensar en esto, tomarme un respiro y comprender mis sentimientos con claridad, sin la constante influencia de todo lo externo. Así que, en cuanto el día esclareció sobre la ciudad me salí de la cama, y antes de marcharme, coloqué la cadena que tenía aún aferrada a mi mano, la que le había comprado y regalado a Jonathan en vísperas de Navidad, en su cuello, acomodándola sobre su pecho, y deposité un beso sobre su sien, contemplando su dulce rostro dormido por unos segundos.

         Cuando estuve fuera me abracé a mí misma, sintiendo el frío matutino calarme los huesos. Era una mañana nublada y fría, una fina capa de nueve cubría la calle y el aroma de la lluvia de anoche aún no se había dispersado del todo. Así que me puse a caminar.

         Anduve vagando por la ciudad, pasando por los parques y recorriendo las avenidas principales, pensando, meditando y suspirando en silencio, contemplando frente a mí un futuro incierto del que me habían puesto en las manos la responsabilidad, siendo la persona menos apta para tal labor. Pero, aun así, comprendí un par de cosas mientras deambulaba sola por las calles.


By Jonathan:

El jodido calor del mediodía me despertó de mala gana. Bufé y me revolví en la cama, sin abrir los ojos, tratando de alejarme lo más posible de los rallos del sol que me caían encima. Me di la vuelta y busqué casi instintivamente un cuerpo a mi lado, ese cuerpo al que me había acostumbrado durante las últimas semanas, pero no había nadie.

         Por supuesto que no había nadie, ya lo sabía. Incluso aunque recordaba vagamente la imagen de Susan cuando se acostó a mi lado la noche anterior, realmente no esperaba encontrarla por la mañana.

         Aun con el maldito dolor de cabeza y el estómago hecho una mierda, no dejé de pensar en ella desde que desperté. Me había convertido en un completo imbécil, un maldito marica que se jode la vida por una chica siendo que hay cientos en el mundo, mucho más guapas que ella y dispuestas a todo. Entonces, ¿qué había de especial en Su?... Ni jodida puta idea. ¡Es que me cago en la puta! ¿Acaso no estoy yo más loco que esa loca por haberme enamorado de ella?

         Ella me había dicho que no. No voy a ir contigo, fueron sus palabras exactas. No recuerdo la mitad de las cosas que hice después en ese bar de mala muerte al que fui a parar anoche, pero recuerdo bien sus palabras.

Jonathan: Que te jodan- mascullé para mí mismo, cubriéndome los ojos con el brazo para que los rallos de luz que se filtraban por la persiana no me dejaran medio ciego- No es problema mío si eres una puta cobarde. Mejor para mí, me ahorraré un montón de basura sin ti.

         Seguí mascullando estupideces, deseando volver a quedarme dormido, pero el calor era insoportable. Me levanté, gruñéndole a la cobija mientras la pateaba para quitármela de encima, y caminé hacia el baño para darme una ducha de agua fría. Sabía que no hacía calor en enero, pero la resaca me alteraba todo el sistema. Me encerré en el baño y comencé a desnudarme, aún malhumorado.

EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora