EPÍLOGO

127 8 2
                                    


Estaba frente al escaparate, con el polvo esparcido por el aire viciado. Observé todo mi alrededor, y pestañeé un par de veces para acostumbrarme a la penetrante luz que me cegaba parcialmente. Cuando pude divisar mi entorno, comprendí por qué había tanta luz: el cristal estaba roto. Y luego de inspeccionar todo el contorno del vitral roto, caí en la cuenta de que me estaba moviendo de verdad, después de tanto tiempo. Movía mi cuello y mi cuerpo ya no era rígido. Así que lo primero que hice fue descender la mirada, y contemplé mi cuerpo desnudo y pálido, imperfecto y descuidado. Avancé hasta el marco del vidrio destruido y me apoyé en éste. Anduve muy lento, sintiendo el calor abrumador quemar mi piel.

         Estuve a punto de caer, pero entonces unas manos grandes y ásperas sostuvieron mi cuerpo, rodeándome por la cintura y pegándome a un cuerpo amplio y cálido.

         Levanté la mirada.

         Jonathan me observaba con sus penetrantes ojos negros, escrutando mi alma. Me pasó una manta sobre los hombros y me ayudó a caminar, cubriéndome de la mirada de todas las personas que nos contemplaban. Nos alejamos del escaparate, y el mundo real comenzó a levantarse frente a mi vista ingenua.

         Las personas dejaron de mirarme tanto, y nos dejaron por fin en paz. Giré la vista sobre el hombro, observando mi viejo escaparate. Sonreí y me aferré a los brazos de Jonathan, que me dirigió una sonrisa juguetona. Y ambos nos alejamos de ese aparador para siempre.


Ese había sido mi último sueño de ese tipo. Desde que había partido de casa, había comenzado a vivir.

         Pasaba mi tiempo estudiando y disfrutando de los viajes con la banda. Después de que habían grabado su tercer disco, las giras, los eventos, las grabaciones se habían vuelto el pan de cada día. Para mi sorpresa, no solo me había sido fácil habituarme al ritmo de vida caótico de Jonathan, sino que incluso me gustaba. Superado el miedo, todo el ajetreo y las aventuras en cada ciudad me habían hecho recobrar mi juventud.

         Por supuesto, no todo era perfecto, había peleas de vez en cuando, rabietas y desacuerdos. Pero nos habíamos aprendido a acoplar. Él me daba mi espacio y yo el suyo, y al final aprendí que las palabras adecuadas, en el momento adecuado, pueden ser más efectivas que cualquier otra cosa. Bueno... eso y una buena sesión de sexo desenfrenado en cualquier lado donde fuese posible. ¡Lo que no habíamos aprendido a hacer con un poco de práctica y mañas inescrupulosas!

         En general, me gustaba que hubiera adversidades, porque ahora las veía diferentes. Creo que había dejado de tenerle miedo al porvenir. A veces reflexionaba en nosotros, en que tal vez no estuviéramos juntos para toda la vida, pero había aceptado que eso de vivir era tan incierto y efímero que no valía la pena desgastarse pensando en lo que podría pasar. De momento, llevábamos ya cuatro años juntos, y seguíamos enamorados. Seguíamos disfrutando como mocosos del sexo, seguíamos compartiendo una complicidad cada vez más fuerte, y seguíamos creciendo juntos. Poco a poco dejé de lado mis dudas y me acoplé a mi lugar junto a él. Ya nada en el mundo me hacía dudar de mi amor y del suyo.

         Quiero agregar que James y Emily también son felices. Ella y yo nos vemos todo el tiempo, sobre todo durante los viajes con la banda. Parecemos dos groupies histéricas tras los bastidores, pero siempre después de un concierto Munky parece feliz y extasiado por la euforia de su novia, que le regala besos y abrazos, aunque esté todo sudado y medio muerto. Yo aprendí a ser más expresiva gracias a ella, y también suelo ser efusiva con Jonathan, aunque un poco más a nuestro modo. Ya sabes, discretos y pasionales a escondidas.

         Por cierto, Emily y James planean casarse pronto, y tal vez hasta tener hijos, pero solo hasta que ella se titule. El próximo año tendrá que permanecer en California varios meses para sus servicio social. James está planeando la boda antes de eso. El vestido de Em es fabuloso, como el de una auténtica princesa. El mío será menos ostentoso; por supuesto, la dama de honor no puede opacar a la novia.

         Tal vez algún día yo también use uno como el de ella... tal vez.

         Por mi parte, yo sigo estudiando. Comencé la carrera en Literatura y voy a la mitad del curso. Conocí bastante gente en la Universidad, empecé a hacer ejercicio y de pronto descubrí que me gusta la vida activa y social, cosa que jamás hubiera imaginado en mis años de más joven.

         En cuanto a Jonathan, bueno, digamos que yo gané la apuesta en cuanto a predicciones del futuro. Cuando llegamos a California me di cuenta de sus miedos e inseguridades respecto a la banda, pero con el tiempo las cosas han mejorado mucho. Ahora es jodidamente rico, exitoso y famoso internacionalmente, igual que Munky, Head, Fieldy y David. Y sí, hay un montón de chicas detrás de él, pero fiel a sus principios, sigue manteniendo sus ojos puestos solo en mí.

         De vez en cuando también me escribo con Tony. Me cuenta sobre la Asociación Civil. Afortunadamente, ha ido progresando bastante bien. Actualmente empiezan a ser reconocidos de forma nacional y los recursos se han vuelto sustentables, permitiéndole vivir de ello y de sus terapias. Logró titularse un año después, y está saliendo con Lucy desde hace un poco más de un año.

         Nos hemos visto un par de veces. En Navidad suelo visitar mi ciudad natal, acompañada por Em, y a veces por los chicos también. A Fieldy le encanta volver y comer en los restaurantes mexicanos que se han puesto de moda en Texas, y a Jonathan le gusta visitar el lago al que una vez nos llevó Em. A veces nos escapamos solos y repetimos aquella noche de año nuevo bajo las estrellas.

         También visito a mi familia. Mis tías y mi abuela dejaron de ser tan hostiles conmigo. De hecho, parecen orgullosas y animadas por mi cambio. Al parecer, ahora soy una mujer fuerte y exitosa para ellas. Pasada la adolescencia y sus horribles cambios hormonales, aprendí a tratarlas mejor y a verlas como lo que son: personas con defectos y virtudes, que no siempre han actuado bien, pero que me quieren y tratan de convivir conmigo de la mejor manera.

         Desde que me fui de esa casa pude verlo todo con una nueva visión, menos emocional y más fraternal. Supongo que puedo decir que tomé la decisión correcta. La mejor decisión que pude haber tomado en mi vida, de hecho.

         Ahora mi hogar está muy lejos de donde comenzó mi historia, que parece un capítulo lejano y borroso. Mi hogar está en California, en los viajes que hago con mis amigos, con mi nueva familia, con Em y con los chicos. Y con Jonathan.

         Mi hogar es Jonathan, en cualquier parte del mundo donde nos encontremos juntos.

         Escribí esta historia en la libreta que Jonathan me había regalado hace tiempo, con la pluma de tinta negra incluida. Y ahora tengo que escribir un final. Pero no quiero poner un final feliz, ni tampoco uno triste. Sólo quiero decir que ahora, en este preciso momento de la vida, somos felices.

         Honestamente, no quiero saber qué pasará después de esta última página, ni tampoco escribirlo aquí. He aprendido que la vida no es una historia con principio ni final a secas, sino un continuo ciclo. Así que, simplemente, cerraré esta historia con puntos suspensivos.

...

EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora