Capítulo 32

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El día pasó rápido, entre tiendas de autoservicio, comprando principalmente ingredientes para la cena de Navidad y cosas para la decoración. Luego pasamos al departamento de ropa, buscando los regalos para la familia. Emily estaba embobada mirando perfumes, lencería, bolsas y zapatos. Luego de un largo rato no pude evitar aburrirme. Nunca me había gustado ir de compras a tiendas de ropa, con todo ese ir y venir y esperar afuera de los probadores, escuchando repetidamente los "qué color se me ve mejor", "con éste me veo gorda" y "combina mejor éste con mis ojos". Era terriblemente agotador, sobre todo porque yo nunca compraba nada. No tenía dinero para ello, ni quería gastar el poco que tenía en esas cosas.

         Al final me resigné y me tumbé junto a los probadores, esperando a que Emily terminara. Entonces, en el mostrador donde estaba toda la joyería, algo llamó mi atención: una cadena de plata con un colgante en forma de bala. Era hermosa, y yo le había visto a Jonathan ese tipo de cosas colgadas al cuello de vez en cuando... Así que, sin permitirme pensarlo demasiado, le pedí a la dependiente que me la mostrara. Ella me dio el precio y yo, casi infartada por lo terriblemente costosa que era, lo compré. Sí, fue un impulso de espíritu navideño, pero imaginar a Jonathan dándome las gracias por ese pequeño detalle me hacía ilusión.

         Nos marchamos del centro comercial alrededor de las seis de la tarde. Llegué a casa repleta de bolsas y acomodé todo en la despensa. El día había sido cansado, así que me dormí temprano, exhausta y sin ganas de entablar conversación con mi familia.

         El miércoles fue larguísimo y pesado. Desde temprano estuve haciendo quehaceres junto con mi familia, ya que ellas también estaban de vacaciones. Estuve ocupada hasta la hora de comer, alrededor de las tres de la tarde. Pero lo pesado comenzó realmente a esa hora, cuando nos sentamos a comer y mis tías comenzaron a hacer mil preguntas con respecto a Jonathan.

         Les conté que era músico, que tenía una banda medianamente famosa y que iba a dar un concierto en California. No me apetecía contarles nada más. Ellas, como siempre, se mostraron insistentes, sobre todo la más joven.

Xx: ¿Por qué no lo invitas a comer?

Su: (me encogí de hombros) ¿Para qué?

Xx: Para que lo conozcamos. Estás confiando demasiado en una persona que acabas de conocer, ¿no crees?

Su: Solamente voy a ir unos días con él, no es como si me estuviera mudando.

Xx: (se encogió de hombros) Entonces, ¿dices que es guapo, famoso y rico?

Su: Moderadamente.

Xx: Hmm... ¿Y estás segura de que solo está contigo? Quiero decir, que te respeta... Bueno, es que, parece que a ti te importa mucho...

Su: ¿Qué quieres decir con eso?

Xx: Nada, solo que te cuides, que seas precavida y eso... que no te ilusiones mucho, y que no seas ilusa, tampoco.

Su: ¿Por qué lo mencionas tanto?

Xx: Pues porque... Pff... Susy, no eres la chica más bonita, tampoco la más lista, y mucho menos la más popular... Solo creo que deberías tener en cuenta eso, que los hombres son bestias de por sí, más si son como dices que es él. Digamos que no estás precisamente... a su altura. Además, eres más bien torpe cuando se trata de hombres.

Su: (fruncí el ceño) Sé tratar con él... Y no es un bestia.

Xx: Sí, bueno, está bien si haces tu luchita. Pero ve con cuidado- sonrió, como si acabara de darme el mejor consejo de mi vida.

EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora