EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]

Capítulo 23

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ADVERTENCIAS DEL CAPÍTULO:

Este capítulo contiene escenas que aluden al consumo de drogas y/o alcohol. Estas sustancias son nocivas para la salud y no se recomienda su uso indebido.

Se recomienda discreción.

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Oh... Yo sentía... ¿Qué sentía?

         Me sentía deseada, alagada, e incluso excitada. Los besos de Tony eran intensos, deliciosos, y su lengua ruda me hacía arder en calor por completo. Tengo que admitir que era un besador impresionante, que me dejó completamente sin aliento. Dios mío... Jamás creí que probaría así a Tony.

         Cuando comenzó a faltarnos el aire, nos separamos. Me miró con intensidad, atravesando todas mis barreras sin piedad, y me sonrió, complacido. Yo suspiré, intentando no caer en pánico.

Su: Esto es trampa. Me tomaste con la guardia baja- mascullé.

Tony: No era mi intención... Pero te ha gustado, ¿no es así?

Su: (resoplé) Por supuesto que sí... Pero te dije que estaba confundida. No puedo corresponderte como esperas, Tony.

Tony: (ladeó una sonrisa) Lo sé. Por ahora, me basta con eso.

         Y se inclinó de nuevo, besándome otra vez con la misma intensidad que antes. Me aferré a sus brazos, rindiéndome al placer, acariciando su cuello y sus hombros, dejándome llevar hasta la pista de baile.

Tony: ¿Aun puedes bailar?

         Asentí, algo cohibida. Me dejé guiar por el ritmo de la música electrónica. Me sentía liviana, capaz de moverme con absoluta soltura. Mi mente estaba nublada y mi visión distorsionada, haciendo que me perdiera en las sensaciones extrañas que recorrían todo mi cuerpo. Sabía que Tony me mantenía pegada a su cuerpo, con sus manos sobre mi cintura y la vista pendiente en mí, pero yo solo observaba las luces destelleantes que bailoteaban al ritmo de mis movimientos, dejándome viajar hacia otro lugar desconocido. Qué gratificante era librarse de una misma por unos instantes.

         Seguimos bailando por mucho tiempo. Recuerdo que Tony se dedicó en gran parte a besar mi cuello y recorrer mi espalda desnuda con sus manos, colándolas de vez en vez hacia mi cadera, acercándose sutilmente a mi trasero. Me besó un par de veces más, guiado por mis propias ganas de seguir probando sus labios. A esas alturas había dejado de seguir a mi sentido común y me guiaba solo por mis deseos más superfluos.

         Paramos de bailar solo hasta que no pude más con el dolor en mis pies. Le pedí que regresáramos a la mesa y él me llevó, esta vez rodeándome por la cintura para que no fuera a caerme.

         Cuando legamos a la mesa vi de el reloj. Era la una de la madrugada. Tomé una de las cervezas que las chicas habían dejado allí y Tony prendió un cigarro. Me percaté de que seguía rodeándome la cintura mientras me sonreía con cariño. Realmente no me sentía incómoda a su lado, y comenzaba a preguntarme de nuevo qué hubiera pasado si me hubiera confesado su atracción tiempo atrás.

         Él captó mi mirada curiosa y me devolvió el gesto, inclinándose hacia mi cuello para besarlo suavemente. Me estremecí ante el contacto con sus labios.

Tony: Me gustaría tenerte siempre así.

Su: (tragué saliva) No realmente. Tarde o temprano te aburrirías de mí.