Capítulo 45

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La sonrisa de Lillie era tan fría como ella misma, y suponía que como sus propios sentimientos podridos y oscuros. Lo que más me chocó de aquel encuentro inesperado no fue la mirada de burla y superioridad que me lanzó a mí, sino la que le dirigió a Jonathan cuando lo miró por encima de mi hombro. Preocupada, me giré para verlo a él, y noté cómo se había puesto pálido, aunque su mirada era de repudia e ira. Percibí en sus ojos el miedo que ella le causaba.

Lillie: Qué sorpresa encontrarme aquí a la hermosa parejita. ¿Cómo has estado Jonny? Tal vez muy ocupado como para dignarte a visitar a tu padre, ¿no?

Jonathan: (bufó) ¿Así que finalmente la perra habló por una vez con la verdad, para varias?

Lillie: ¿Me crees capaz de mentirte en algo tan serio? No lo hice. Tu padre está internado.

Su: ¡Entonces me mentiste a mí! No ibas con...

Lillie: (me dirigió una cara de asco) ¿Quién te habló a ti?

         Me quedé con la boca abierta, frustrada en el acto. Me acababa de dar cuenta de que tenía una mirada sumamente intimidante. Se centró de nuevo en Jonathan.

Lillie: Me ofendes, Jonny. Sabes que yo nunca me separaría de tu padre.

Jonathan: Felicidades. Los dos se pueden ir a tomar por culo.

         Él había adoptado una pose despreocupada, pero la tensión en su mandíbula, sus puños y sus brazos cruzados me hicieron percatarme de su alteración. Yo no me podía sentir más frustrada, parada en medio de ellos dos, pero ignorada por ambos.

Lillie: ¿Eso quiere decir que no piensas visitar a tu pobre padre?

Jonathan: Si quiero mandar al viejo a la mierda no es tu problema. Preocúpate de tus asuntos de puta barata y cuida bien al idiota, que para eso te di el dinero.

         Se encogió de hombros e hizo amago de caminar de nuevo hacia la salida, que estaba a unos metros, cruzando otro pasillo de cristales y atravesando una sala de espera. Yo lo imité, entristecida por él, porque después de exponer aquella vieja herida la noche anterior, con lo que me contó, pude entender mejor lo difícil que era todo esto para él. Algo así como cuando yo había visto a aquel hombre en la avenida, antes del accidente. Deseaba tanto abrazarlo en ese instante.

         Creí que dejaríamos atrás a Lillie, sin más, pero entonces ella soltó una risa burlona.

Lillie: Eres un hijo muy desconsiderado, Jonny, sin mencionar un hipócrita.

         Jonathan apretó los puños, deteniéndose, pero no se giró. Yo me detuve detrás de él.

Lillie: La verdad es que Rick es bastante tonto. Después de todo él realmente tenía ganas de verte. Pero yo me pregunto si recordará aquellas veces que le robabas dinero de sus ahorros para irte de putas, o cómo destrozabas la casa cuando él no estaba- sonrió cuando vio que él decidía ignorarla y marcharse- o cómo le quitaste a su único amigo un día, porque nunca volvió, y él sabía que era tu culpa, por ser tan puto rarito cuando venía a visitarlo.

         Me quedé perpleja, abrí mucho los ojos y la miré. ¿Acaso estaba hablando de...?

         De pronto observé cómo Jonathan se volvía hacia ella, con la expresión más furiosa que tenía, y de dos zancadas se colocaba frente a ella, sacándole casi dos cabezas de ventaja. La cogió de la mandíbula y extendió su puño frente a ella, conteniendo su ira para no soltarle un puñetazo.

Jonathan: Repite eso en mi cara, perra- apretaba la mandíbula.

Lillie: Que mustio eres, Jonny. Todos saben lo calienta huevos que eres, ¿sabes? Si te pasaron esas cosas fue por ser tan marica, tan nenaza.

EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora