Capítulo 31

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NOTAS DEL AUTOR:

El "cuento" que escribe Susan fue una historia corta que alguna vez escribí para esta novela, pero por asares de la vida la perdí hace muchos años. Lamentablemente no puedo reescribirla porque no la recuerdo. Sorry :(

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Al amanecer me desperté con una sensación conciliadora. Me encontré de cara con el rostro de Jonathan, todavía durmiendo. Las sábanas estaban sobre nosotros, así que deduje que luego de haberme quedado dormida él nos había arropado. Lo contemplé unos minutos en completa calma, anonadada por su rostro juvenil a la luz del sol que se filtraba por las persianas de la ventana a mis espaldas. Dormido tenía un aspecto más joven, despierto lucía un poco más mayor.

         Finalmente me desperecé y me levanté. Me puse por encima mi camisa de cuadros que había quedado tendida en el piso, y fui al baño a lavarme la cara y enjuagarme la boca. Mi cabello estaba terriblemente enmarañado y esponjado. Bufé y busqué una liga en mi muñeca, y al no encontrarla simplemente me eché todo el cabello sobre el hombro izquierdo.

         Caminé mecánicamente hasta el estéreo que se encontraba en la sala y comencé a rebuscar entre los CDs mal acomodados sobre éste. Encontré copias originales de Duran Duran, Depeche Mode, Joy Division, The Cure, Marilyn Manson... Sin embargo, un disco llamó mi atención particularmente. Miles Davis1. Lo puse en el reproductor y la melodía de un jazz suave inundó la habitación completa.

         Complacida, regresé a la habitación, rebusqué entre las cosas de mi mochila (siempre cargaba una mochila pequeña porque odiaba las bolsas) una libreta y un bolígrafo. Me trepé de nuevo al colchón, a un lado de Jonathan, me acurruqué bajo la sábana con las piernas cruzadas y me di a la labor de escribir.

         Escribí lo primero que se me venía a la mente, una especie de historia corta, apenas de dos hojas, que acaparó mi atención durante dos horas.

         Alrededor de las diez de la mañana sentí el movimiento brusco de un cuerpo desperezándose a mi lado. Jonathan se extendía a todo lo largo y ancho de la cama. Cuando su mano se encontró con mi rodilla desnuda pareció reparar en mi presencia. Abrió los ojos con pereza y me contempló por escasos segundos, como si estuviese convenciéndose de que yo realmente estaba allí y no estaba soñando aún. Le sonreí. Él frunció el ceño.

Jonathan: ¿Jazz?

Su: (sonreí) Quería música, pero no quería despertarte... No sabía que te gustara el jazz.

         Él se revolvió, girándose hacia mí, recargando su cabeza en su mano.

Jonathan: Ah, sí... Bueno, soy un hombre versátil- acarició lentamente mi piel desnuda con la yema de sus dedos, provocándome escalofríos.

Su: No es tuyo, ¿cierto?

Jonathan: (sonrió) Creo que alguien lo puso entre mis discos. Algún amigo, seguro.

         Me puse tensa. Todavía no terminaba de acostumbrarme a tanta afectuosidad por parte de un hombre que me gustara tanto... Despertar a su lado, recibir sus caricias tan dulces y cálidas, me hacía querer salir corriendo. Pero me detenía, porque, finalmente, yo también lo deseaba.

         Observé cómo sus dedos ásperos recorrieron mi muslo hasta llegar a mi entrepierna, bordeando mi ingle, levantando ligeramente la camisa.

EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora