Capítulo 40

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NOTAS DEL AUTOR:

Sip, Chloe está inspirada en Léa Seydoux, porque pues es mi crush y pues porque puedo. Igual que como con Tony, imaginemos que es una Léa noventera y lesbiana :v

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Es curioso como las personas reaccionan a ciertas circunstancias de modo diferente a como lo habrían previsto en sus mentes. De lo dicho a lo hecho, hay un extenso páramo.

         Lo que yo hubiera creído que haría en circunstancias como las suscitadas, hace un mes, hubiera sido, seguramente, mucho más impulsivo, emotivo, agresivo e imponente de lo que entonces hice.

         Obedecí. Simplemente, le obedecí.

         Me dijo que me fuera, y me fui.

         Siempre tuve esa sensación de que, cuando alguien no me quisiera más, yo tendría que dejar de ser una molestia. Eso era lo que yo siempre me sentía. Una molestia. Si es así, entonces yo misma me repudiaría. Así que tenía que hacerme a un lado para no molestar a nadie más. Y fue lo que hice cuando descubrí que también para Jonathan me había convertido en una molestia.

         Desaparecer. Eso es lo que quería.

         Quiero desaparecer, porque no valgo nada. No por él, sino por ser tan idiota como para basar el criterio de mí misma en lo que él pensara de mí. Pero, a final de cuentas, eso es lo que había hecho toda mi vida, ¿no? Valorarme bajo el criterio de otros. De los hombres, de mi familia, de mi madre, de todos. Y bajo esa misma regla, yo me sentía una mierda por permitirlo.

         Recordaba con claridad lo que me habían hecho, lo que me habían dicho. Cuando me tocaban, cuando me besaban, cuando clamaban por mí. Recordaba sus manos, sus cuerpos, sus ojos, todos iguales, apagados, con espíritus extintos. Ellos creían que yo era mierda, una molestia. Igual que Jonathan...

         Él era mierda igual que ellos. Y eso me recordaba a mi viejo mantra.

         Tú no mereces ser amada como mujer. Nadie te amará así, nunca. El enamoramiento, el romance, no los mereces. Solo es mierda. Es pura mierda.

         Trataba de recordar eso mientras caminaba por las calles nevadas y gélidas de Bakersfield. La noche de Navidad me encontraba avanzando por una calle intransitada y mal iluminada, completamente sola, con la sudadera que me había prestado Jonathan aún puesta, y la cajita roja con el laso dorado aún aferrada en mis manos.

         Alyssa me había intentado convencer de que me quedara en su casa esa noche.

Alyssa: Es bastante idiota cuando se pone a beber como asno. No le hagas caso, estaba alterado y actuó como un imbécil. Venga, vamos adentro, ya veremos qué pasa mañana, ¿sí? Jonathan es... muy impulsivo. Me contó que Lillie lo visitó en la tarde... Bueno, eso es un tema delicado para él, ¿sabes? Ella lo pone muy mal. Antes hacía cosas peores, me refiero a que atentaba contra su propia vida cuando tenía un encontronazo con ella, luego de que se salió de la casa de nuestro padre. Lillie representa un pasaje en su pasado muy difícil de sobrellevar. Él lo está intentando, ¿sabes? Pero no es perfecto. Tú ya sabrás cómo es eso. A veces Jonathan puede parecer un niño. Pero quédate con nosotros, ¿sí? Y te pido una disculpa de parte de mi hermano.

         Asentí amablemente, con una expresión fría, absorta de todo a mi alrededor. En mi mente retumbaban únicamente las palabras que me había dicho él antes de marcharse con esas chicas con las que, seguramente, tendría sexo esta misma noche, sin importarle lo más mínimo mi existencia.

EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora