Capítulo 29

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La cara de Emily era de fotografía. Tenía plasmada una mueca que envolvía algo como malestar, miedo y resignación juntas. Observé como Munky se acercaba, despacio, con una enorme sonrisa burlona en el rostro.

         Iba muy guapo, vestido todo de negro con sus abundantes rastas sueltas y su barba, algo más larga de lo que la solía llevar Jonathan.

Munky: Hola Susy Q- me saludó con un abrazo cálido-... Hola, niña fresa- se dirigió a Em.

         No podía tener una expresión más burlona, y Emily no podía estar más enrabietada.

Emily: No esperaba volver a verte, cara de mono- se cruzó de brazos- y sinceramente, no me hacía ilusión.

Munky: Lo mismo digo.

Su: ¿Pero, qué haces por aquí?

Munky: (se encogió de hombros) Me escapé de los calabozos de Jehanne Munte.

Su: (alcé una ceja) ¿Quién?

Munky: La manager que de pronto se volvió loca y decidió que eramos un grupo de aficionados y que teníamos que ensayar más para el próximo concierto. Llevamos todo el día encerrados en la casa de la producción y todavía quiere más. ¡Nos está chupando el alma!

         Caminamos los tres afuera del local.

Su: ¿Y cómo es que te escapaste, exactamente?

Munky: (sonrió ampliamente) Vine por guitarras.

Emily: ¿Guitarras?- musitó con repentino interés.

Munky: Necesitábamos guitarras de siete cuerdas para ensayar unas canciones, pero en la casa productora que improvisaron apenas tenemos nada. Yo me ofrecí para ir de inmediato.

Su: (fruncí el ceño) Entonces, si están tan ocupados, ¿no será inoportuno que vayamos a verlos? Jonathan me dijo que podíamos ir, pero bueno, no sé.

Munky: ¡Qué va! Es mejor que tengamos compañía. Créeme, estar allá solos todo el jodido día nos tiene muertos en vida.

         Caminamos hasta la tienda de música y allí nos detuvimos.

Su: ¿Vienes Em?

Emily: ¿Dónde? ¿Con él?- dijo despectiva, aunque luego se contrarió- Bueno... Tal vez solo a comprar las guitarras.

Munky: No te hagas muchas ilusiones, no creo que encontremos la edición especial de Madonna.

         Emily se cruzó de brazos y achinó la mirada.

Emily: Trágate tus palabras y entra de una vez.

         Munky alzó las manos, en gesto de fingida inocencia, y entró a la tienda, seguido por mí y por Emy.

Munky: Casi prefiero estar esclavizado con Jehanne; a comparación de tu amiguita, ella es un pan de dulce- se dirigió a mí.

         Emily, a mi lado, puso los ojos en blanco y pasó de su comentario.

         Caminamos en dirección al apartado de guitarras. Yo solía venir a esta tienda, porque me gustaba admirar los instrumentos que nunca había podido tener, y de vez en cuando comprar CDs, cuando ahorraba lo suficiente para darme ese lujo. Cuando llegamos a las guitarras me puse a verlas todas, entretenida. Había desde españolas con el diseño más básico, hasta electroacústicas de diseños guapísimos, de doble mástil y con cuerdas de más.

         Munky se puso a evaluar las eléctricas, buscando las pocas que había de siete cuerdas, tratando de decidirse por alguna. Cuando iba a tomar una del mástil Emily se acercó discretamente desde su espalda.

EL HOMBRE QUE DISIPÓ EL MIEDO DE SER © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora