Capítulo 2.

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No sé qué es peor el frío insoportable que siento en estos momentos o que acaba de caerse mi Internet, si, definitivamente la caída del Internet es peor. Llevó 3 días encerrada en mi habitación solo bajo a comer, todo iba excelente pero mi Internet no colabora. Suspiro, tendré que bajar, por lo menos espero que este pasando algo bueno en la televisión.

Al bajar me encuentro con mi padre sentado en el sillón charlando animadamente con una mujer, la detalló con atención tés blanca, cabello negro bastante largo, no puedo mirarle la cara ya que se encuentra a espaldas. Intento darme la vuelta lentamente para que no puedan verme.

-Rose, ven.

Maldición me ha visto, no me queda de otra, me doy la vuelta y me dirijo hacia ellos.

- Cariño, ella es Blanca, una amiga mía desde hace muchos años. 

- Me da mucho gusto conocerte Rose, tú padre me ha hablado mucho de ti.

Al contrario de ti, no he oído de ti en lo absoluto, pero no voy a decirle eso claro, viéndola más de cerca, es una mujer atractiva.

- Igualmente, un gusto. 

- Blanca vive al lado, es una vecina. - Dice mi padre.

Oh que maravilla una vecina, por favor que no sea esa vecina metiche que siempre está en tú casa fingiendo ser amable y solo cree chisme, esperen un momento, ¿Vecina? ¿Al lado? O sea aquí, la observo con más atención, se parece un poco al chico que vi el día que llegue justo al lado, ¿Será su madre?

- ¿Y desde cuando se conocen? 

- Desde niños, hemos sido muy amigos, pero nos distanciamos un poco después que se mudó. 

Ya veo, ajá ¿Cómo hago para sacarle si es madre del chico de los ojos negros? ¿Le preguntó? Oh si claro, mira Sra. Blanca nos acabamos de conocer pero por casualidad ¿usted será la madre de un chico de ojos negros intensos y preciosos que estaba sentado en la ventana?, pero en ningún momento estaba mirando, si eso podrías decirle idiota.

- Puede que te parezca raro que una desconocida te digo esto pero, si necesitas algo, en mi casa siempre serás bienvenida. - Sonríe.

Algo de esa sonrisa me trajo un poco de seguridad.

- Ok, gracias. 

- Bueno Blanca, ¿Vas a hacerme ese famoso pastel que tanto me gustan antes?

- Pues claro, llevas años sin probarlo.

La vecina y mi padre se dirigen a la cocina. Muy bien, mi celular suena, una vídeo llamada de Marco mi mejor amigo, que bueno ha llegado el Internet, me dirijo afuera, me he sentado en las escaleras del porche y atiendo la llamada, un radiante y sonriente Marco me saluda.

- Holaaaa, al fin atiendes. 

- Hola, lo siento no había Internet. 

- Ya, me imagino, cuéntame, ¿qué tal te encuentras? ¿Cómo es el lugar? 

-Oh fantástico, si estar rodeado de árboles, todo nublado y el frío Insoportable te gusta - Digo con los ojos en blanco.

Se ríe. - Vaya un horrible ambiente para ti, sabes te extraño mucho, ya no sé qué hacer en mis tardes. 

Si, Marco y yo teníamos las tardes libres por lo tanto aprovechábamos para pasarlas juntos, íbamos a nadar, nos sentábamos en la arena a platicar por horas, siempre y cuando no nos interrumpía unas de sus chicas, pues Marco era bastante atractivo, un moreno alto, con una sonrisa bastante contagiosa, y debo de admitir bastante mujeriego también.

- Claro que sabes que hacer, puedes echarte un rapidito con algunas de tus chicas.

- Oye créeme, ni por todas las cogidas del mundo dejaría de extrañar las tarde contigo. 

Mi corazón se encoje, en serio que lo extrañaba. Sonrió. - Pues obvió, ninguna de tus Barbies de plástico puede reemplazarme. 

- Oye, no les digas así, algunas son naturales. 

- ¿Si? No lo creo. 

Nos reímos, no sé cuánto tiempo estuvimos hablando pero fue relajante para mí.

- Bueno, tengo que dejarte, Código 69, te quiero. 

Código 69, ese era para referirse que iba a tener un revolcón. Sonrió - Vale, recuerda siempre con sombrero, yo también te quiero. -

Me he quedado un rato sentada, extrañaba mi vida.

De pronto siento como una sombra pasa justo al lado de mí, me volteo es un chico alto que estaba a punto de abrir la puerta.

- Epaa, momentico, ¿Que te crees tú para entrar sin pedirlo? ¿Te has equivocado de casa o qué? 

El chico se gira hacia a mí, trágame tierra, es el chico de los ojos negros, viéndolo de cerca si es bastante apuesto.

- ¿Tú eres? – Pregunta el desconocido.

¿Que? ¿Cómo que tú eres? 

Me miraba de manera insignificante, ok lo que tiene de lindo lo tiene de idiota.

- La dueña de la casa. 

- ¿Tú? ¿No es Pablo? 

- Pablo es mi padre, por lo tanto también soy dueña. 

- ¿La casa la compraste tú? 

- No, pero... 

- Entonces no es tú casa, es la de tú padre. 

Pero ¿Y este? Ok, me cae mal. Intincis ni si ti cisi is di ti pidri, ridículo.

- En fin, ¿Qué haces entrando sin permiso? 

- ¿Por qué tendría que darte explicaciones niña? 

- No me llames niña, y debes dármelas soy la dueña.

- Es tú padre. 

Este chico iba a acabar con mi paciencia, cuento hasta tres para no tumbarle los dientes.

Iba a punto de decirle profanidades cuando la puerta se ha abierto era mi padre y Blanca.

- Ah, Alex, ¿trajiste las fresas? 

- ¿Fresas? ¿Alex?

- Él es mi hijo mayor, Alex.

Ah entonces si era su hijo.

-Un gusto, ¿Tú eres? - Este se dirige a mí con una sonrisa radiante, una bonita sonrisa, pero ¿cómo ha pasado de ser un completo idiota a un chico amable y sonriente? Tenía que ser bipolar.

- Aquí están tus fresas mamá. 

- Muchas gracias ahora entren el pastel ya estará listo. 

Mi padre y Blanca entran, estaba a punto de entrar cuando este se me adelanta.

- ¿Nunca te han dicho que las mujeres primero? 

- ¿Mujer? ¿Donde? No la veo, solo veo a una niña. 

- A como vuelvas a llamarme ni... 

- Sí, sí. - Dice este agitando su mano mientras entraba.

Este tipo es de lo peor. 

Intense.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora