Capítulo 25.

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Narrador desconocido.

-¿Cómo quieres que me acerque a ella? No le caigo bien ni un poquito.

-No te estoy pidiendo que seas su amigo, solo te ordeno que la vigiles un poco, hay algo en esa chica que me interesa.

-Es solo una chica normal.

-¿Normal? –Doy un fuerte golpe sobre la mesa. –Si fuera normal no me interesaría en ella, su mirada, su carácter, una pequeña gatita salvaje.

-Lo siento señor, ¿Puedo saber porque quiere saber de ella?

-Me gusta la forma en que Griffin la mira, su reacción me ha provocado debo admitirlo.

-¿Piensa hacerle algo a esa chica?

Sonrió. –Nada que no vaya a gustarle.

Rose Johnson.

Me encontraba muy triste esta tarde, pues era la hora en la que Marco tenía que irse.

-No me mires así gusana. –Me da un fuerte abrazo. –Volveré lo más pronto posible ¿Vale? Cuídate. –Se acerca a mi oído. –Y no dudes en patearle las pelotas a ese Alex.

Le sonrió. –Cuídate tú también, voy a extrañarte mucho.

Me despido por enésima vez de él, luego sube al auto de mi padre, pues este se ha ofrecido a llevarlo.

Iba a extrañarlo mucho, fue una semana de mucha diversión, era como un hermano para mí, un gran apoyo, sabía perfectamente como devolverme el ánimo.

Mi móvil ha sonado, un mensaje.

Alvin:

¿Podrías venir? Mamá no está y me estoy muriendo.

Yo:

¿Cómo que te estas muriendo?

Alvin:

Me he levantado súper caliente y siento que mi cerebro va a salirse de mi cabeza.

Suspiro.

Yo:

Deja de exagerar es solo un resfriado, prepara un consomé de pollo y estarás de maravilla.

Alvin:

Por eso te pido que vengas, Alex no cocina, mi madre no está y adoro tus comidas, si no vienes moriré.

Sonrió, que dramático era.

Le envió un mensaje de vuelta.

Está bien, ya voy.

He tomado algunos ingredientes de mi cocina y me he ido hacia la casa de Alvin.

He tocado la puerta, Alvin me ha recibido, parecía un cadáver y estaba enrollado sobre la sabana.

-Que horrible te ves. –Le digo.

Este me mira de mala manera. –Gracias, me veo como me siento.

-¿Dónde está tu madre?

-Trabajando, te recuerdo que es enfermera.

-Ah cierto.

-Ay, me muero.

-Se te agradece ir a tu habitación y recuéstate un rato, yo me encargo de llevarte la comida.

Estornuda. –Vale.

Al cabo de un rato, he sacado los ingredientes de mi bolso, he desmenuzado el pollo y lo he puesto a cocinar, corto los vegetales mientras busco algunas frutas para prepararle un zumo de jugo, abro el refrigerador, perfecto naranjas, eso le caería bien.

-¿Desde cuando eres dueña de la cocina?

Era Alex, trato de disimular el pequeño susto dándole la espalda.

-Desde que tu hermano está enfermo y tu madre no se encuentra.

-¿Y qué haces?

-Un consomé de pollo con un jugo de naranja.

Alex ahora se encuentra al lado de mí con una mano en mi hombro.

-Huele bien.

-Por supuesto, lo estoy haciendo yo.

Me aparto de él fingiendo buscar algo en la alacena.

-¿Podrías darme?

Lo miro con una ceja levantada. -¿Acaso estas enfermo?

Alex finge una tos. –Sí, la verdad que me ha dolido mucho la garganta y esta mañana mi temperatura estaba por las nubes.

Lo miro no muy convencida.

-En serio, si quieres tócame. –Me dice tomando mi mano llevándola a su rostro.

La aparto rápidamente. –Vale, vete a tu habitación, cuando esté lista te la llevo.

Después de un rato he terminado el consomé junto con el jugo, tenía buen olor y buena pinta, la verdad me había quedado fantástico, de seguro se mejorarían en el acto después de esto.

Le he llevado el consomé primero a Alvin, que se encontraba tirado en el piso.

-¿Qué haces en el piso? –Le pregunto.

-Esta frió.

-Siéntate en la cama, toma, come.

Alvin toma la bandeja con emoción. –Huele delicioso, me encanta.

Sonrió. –Ya vuelvo.

He tomado la otra bandeja para llevársela a Alex, suspiro, ¿Qué hacía llevándole comida a Alex? Había dicho que no quería verle, pero eso era imposible, su hermano era mi amigo, y era mi vecino, de una u otra forma tendría que encontrarme con el.

He tocado la puerta.

-Pasa.

Al entrar he echado un vistazo rápidamente, la habitación era de paredes blancas todo perfectamente ordenado, nada que ver con mi habitación, miro hacia la ventana esa es la que daba hacia la mía.

-Aquí tienes.

Este se encontraba acostado sobre la cama leyendo un libro.

Se levanta y se sienta frente a mí.

-Huele bien, ¿No tiene ningún tipo de veneno cierto?

-Oh rayos, se me olvido echarle.

Este sonríe, pero su sonrisa se borra cuando me ve totalmente seria.

-Gracias, esto va hacer que me sienta mejor.

-Sí, de nada.

Estaba a punto de salir de la habitación cuando Alex me ha llamado.

-Rose, ¿Puedes pasarme ese libro de allá? –Me dice señalando un libro de color azul que se encontraba en su escritorio.

Me he acercado a él y lo he tomado, estaba a punto de dárselo cuando me he fijado en el nombre del libro.

Una pequeña fantasía. Meredih Grey.

He sentido como mi pecho se encogía, como mi mano empezaba a temblar.

-¿Rose?

Siento como si el suelo se moviera solo y como todo se torna borroso.

-¡Rose!

Alex me toma de los hombros sentándome sobre la cama.

-Mírame. –Dice tomando mi rostro entre sus manos.

No podía decir nada, no me salían las palabras.

-¿Qué pasa Rose?

He soltado el libro como si me quemara y he salido rápidamente de la habitación, bajando deprisa las escaleras y corriendo hasta mi casa, encerrándome en mi habitación, sentándome sobre el suelo con las piernas cruzadas hasta llorar.

Intense.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora