Capítulo 3.

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Mi padre, la vecina y su hijo charlaban animadamente en la cocina mientras Blanca servía el pastel. Observe bien al idiota de ojos negros, podía decir que media un metro con 83 o tal vez 85, era bastante alto, su pelo estaba alborotado pero de buena forma, no era tan musculoso pero tampoco era un flacucho, están riendo por lo tanto pude notar que tenía hoyuelos, unos dientes blancos pero lo que más me parece atrayente eran sus intensos ojos negros, lo que no podía entender es que hace un rato se comportó grosero y frío conmigo pero ahora es un chico agradable e incluso gracioso, no se ha dirigido a mí ni una sola vez, mejor así, al abrir la boca me provoca soltarte un golpe.

- Muy bien, el pastel está servido, disfrútenlo. - Blanca sirvió una gran rebana de pastel para cada uno, nos sentamos en la mesa, Alex quedó delante de mí.

- ¡Dios! Extrañaba tus pasteles, ni loco vuelvo a perderme esta delicia. - Suelta mi padre.

- No es por presumir pero, soy la mejor. 

Todos se ríen.

Pruebo un poco el pastel, la verdad que esta delicioso. - Esta muy rico, debes enseñarme la receta. 

- La verdad siempre son muy buenos, pero no todos logran hacerlos bien. - Comenta Alex, estaba vez mirándome con despreció, sé que lo dijo para irritarme, no voy a permitir que lo logre.

- Claro, que suerte que yo no sea de esas personas, pues los postres me quedan fantásticos. - Digo.

- No sabía que dejaban a los niños jugar en la cocina. 

Ok, si lo consiguió. -Niña tú abue... 

.Jaja Rosse aprendió a cocinar desde muy niña, sus postres siempre me han encantado, tienes que probarlos algún día. 

Este le sonríe. - Por supuesto traeré una pastilla para la digestión por si acaso. 

Todos se ríen, oh, créeme que si llegó hacer un pastel el tuyo tendrá veneno de rata especialmente para ti.

Luego de charlar un rato, he recogido los platos para lavarlos. Alex estaba en el refrigerador sacando una botella de agua.

- No juzgues sin probar. - Le digo.

Este se voltea. - ¿Qué? 

- Mis pasteles no juzgues sin probarlos soy buena. 

- Lo dudo. 

- Pues no juzgues a un libro por su... 

- ¿Entonces si te considero una espía, estoy juzgándote? 

¿Espía? ¿De qué habla este?

- Claro, no tienes razones para decirme así, corrígeme si me equívoco. - Bom en tú cara idiota.

- Te corrijo, ¿No eras tú las que están mirándome como una loca mientras estaba en la ventana? 

Maldición, por las bolas de Judas, se dio cuenta, claro que se iba a dar cuenta idiota, estabas embobada mirándole, pero niégalo, niégalo hasta el final.

- ¿Mirándote? ¿Yo? Estás loco, lamento decirte que estas alucinando. 

- ¿Ah sí? ¿Lo habré imaginado? 

- Efectivamente. 

- ¿Entonces no eras tú la que me miraba como lo estás haciendo ahora? 

¿Queee? No lo estoy mirando de ninguna forma, ¿o sí? Dios, me he puesto colorada.

- Estas loco. -

- Supongo, pero por lo menos no soy un psicópata que anda espiando a sus vecinos. 

- No he espiado a nadie, solo me asome un momento, no es mi culpa que tú hallas estado estorbando. 

- Ah entonces si eras tú. 

- ¡No! - Nooo me he dejado en evidencia maldición.

-Tranquila. - Se acerca a mi oído, está muy cerca, mi corazón está latiendo muy rápido.

- Puede que la próxima vez que mires me veas desnudo. 

¡AAAAAAAAH! ¿Dess.. nudo... ? Miles de imágenes de un Alex de ojos negros desnudo vienen una y otra vez a mi mente, sacudo la cabeza.

- Ah, ¿Te lo imaginas? Entonces, también eres una sádica.

- No... No soy una... 

- No te pongas nerviosa, no tienes mal gusto. 

De paso egocéntrico el muchacho, debo irme lo más rápido posible debo de estar más roja que un tomate. Salgo rápidamente de la cocina, al pasar al lado de este he notado que ha ¿sonreído? ¿Me lo estaré imaginando? No importa, me despido rápidamente de Blanca y de mi padre excusándome de que tenía sueño.

No pude dormir nada, pues las palabras de Alex retumbaba en mi mente, "Me veas desnudo" "Me veas desnudo" Ese chico es insoportable, lo detesto.

Mi teléfono suena, un mensaje, ¿Quién? No conozco este número.

-Buenas noches espía sádica. Alex.

¿¡Qué Diablos!?

Escribo un mensaje de vuelta.

- No soy una espía y mucho menos una sádica, ¿Cómo tienes mi número?

Al cabo de media hora recibo su mensaje.

- Me lo ha dado tú padre, en fin que pases buena noche, sueña conmigo, pero cuidado no te mojes sádica ;).

¡Estúpido! ¡Estúpido! Por supuesto que no iba a soñar con él, estaba loco, guardo su número, ¿Estaba bien que lo haya guardado como ojitos intensos? Pues sí, normal, apagó el móvil, y me dispongo a dormir, no iba a soñar con él, claro que no. Pero si, terminé soñando con él, en sus ojos, en esos hermosos ojos, lo odiaba, ¿O no?.

Intense.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora