CAPÍTULO X

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Todoroki Shoto era una persona de rutinas bien marcadas, le gustaba el orden de una agenda bien organizada y cumplir con regularidad sus actividades

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Todoroki Shoto era una persona de rutinas bien marcadas, le gustaba el orden de una agenda bien organizada y cumplir con regularidad sus actividades. Su trabajo era llevar la parte legal de la empresa About Life Coffee y ser la mano derecha de la presidenta de la misma, Bakugo Shoen. Si bien, no era un trabajo sencillo, toda actividad en su día se adecuaba a su tiempo. Solía tener una a dos horas libres en el día que él empleaba, para dedicarse un café.

El joven mesero de pecas y dulce sonrisa se acercó a su mesa, llamando su atención. Shoto levantó su mirada hacia éste.

―Todoroki-kun ―Saludó Deku al reconocerlo―. ¿Te traigo lo de siempre?

―Por favor ―Asintió.

Shoto lo vio marcharse con una pequeña sonrisa. Conocía a Midoriya desde que comenzó a trabajar para Shoen, aproximadamente, siete años atrás. La cafetería pertenecía a la madre del joven, pero cuando ésta comenzó a tener una salud delicada, las acciones fueron compradas por completo por About Life Coffee, siendo una parte más de la compañía.

Su trabajo lo tenía ciertamente ocupado, solía hacer viajes de improviso a ciudades aledañas o acompañar a la vice-presidenta, Bakugo Mitsuki a Roma para las reuniones con las demás exportadoras de café que trabajaban para su empresa. Y cada que estaba cerca, su destino terminaba siendo Limerence.

Una taza de café cortado llegó a su mesa. Shoto miró al empleado.

―¿Cómo has estado, Midoriya? ―Inquirió el abogado.

―Bien, hacía un tiempo que no pasabas por aquí ―Respondió el joven de veintitrés años. Lo vio acomodarse un mechón de cabello verde tras la oreja, solía hacerlo cuando se ponía nervioso.

―¿Sigues con la escritura? ―Lo vio sonrojarse ante su pregunta―. He leído la última novela de All Might. Es interesante.

―Sí que lo es ―Comentó entusiasta―. Ha sido mi inspiración de pequeño. Ya sabes, sus novelas policiales son fantásticas. ―Shoto no lo decía pero disfrutaba de placeres pequeños; el aroma del café a las siete de la tarde, el aroma de los libros viejos y la manera en la que las personas se emocionaban al hablar de lo que les apasionaba.

Principalmente, si era Midoriya Izuku.

―Sigo escribiendo aunque debo decir que ésta semana he faltado a la universidad ―Respondió con desánimo―. Los medicamentos de mi madre son un poco costosos, he tenido que emplear varios turnos para ganarme un extra. ―Shoto asintió a sus palabras, meditándolas. Midoriya se apresuró a decir―. ¡Perdona, no quise desahogarme contigo!

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora