CAPÍTULO XXXII

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Tener un cuchillos en sus manos, desfilarlo sobre el picador a una destreza que sólo él podía, mientras cuidaba que su salsa no se quemara en la sartén, soltando por un segundo su picador para saltear su preparado en la sartén, permitiendo que el ...

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Tener un cuchillos en sus manos, desfilarlo sobre el picador a una destreza que sólo él podía, mientras cuidaba que su salsa no se quemara en la sartén, soltando por un segundo su picador para saltear su preparado en la sartén, permitiendo que el aroma abundara la cocina le trajo tantos recuerdos, que el bombardeo de memorias, lo hacía sonreír para sí cada tanto.

Había dejado su pasión de la cocina para asumir el rol de presidente de la empresa de su abuela por un trato que hizo con ella; seis meses después, la razón de aquel trato, le devolvió un poco de vida al hacerlo cocinar mientras ella terminaba de preparar un pastel de fresas.

Bakugo Katsuki estaba tan concentrado en revivir su amor por la cocina que no se percataba de la mirada que la mujer cerca suyo, le dedicaba con una sonrisa.

―Uraraka-san, no quiero ser impertinente ―Tomoe había dicho cuando salían de la tienda de donde se proveyeron de ingredientes para la cena―, pero me alegra tenerla nuevamente en la casa.

―¿Nuevamente? ―Preguntó la castaña sin comprender sus palabras. La mujer de azabaches cabellos se sonrojó por su imprudencia.

―¿No regresó con Bakugo-san? ―Uraraka se sonrojó entonces, comprendiendo la imagen que todos tenían sobre su situación actual tras despertar en la casa de los Bakugo.

Definitivamente, era una situación complicada. Y es que era fácil malinterpretar lo que ocurría entre ambos, no había que ser muy minucioso para entrever que ambos se veían con ojos de cariño, lo suyo fue corto pero sin duda, fue algo fuerte. Ochako no tuvo demasiadas relaciones que pudiese tomar de referencia, pero sabía que sus sentimientos por Katsuki seguían allí, atorados en su pecho.

Saber que él la había cuidado la noche anterior, la había protegido y respetado sólo hacía más difícil para ella la tarea de deshacerse de sus sentimientos.

Y en esos momentos en el que lo volvía a ver cocinando, disfrutando de lo que implicaba su anterior trabajo, jugar con especias, cocción, texturas, sólo la hizo caer en cuenta que Shoen le había quitado algo que no debía, eso la hacía enfurecer en parte pero había quemado su carta, había sepultado la evidencia porque había dicho que ya no deseaba formar parte de ninguna riña familiar ajena.

Tampoco quería que Bakugo siguiera odiando a su abuela después de muerta. No le correspondía arrebatarle aquella paz que logró entablar con la matriarca antes de su deceso.

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora