CAPÍTULO IX

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Katsuki salió del baño, nuevamente con el cuerpo congelado gracias a que Ochako se había terminado el agua caliente

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Katsuki salió del baño, nuevamente con el cuerpo congelado gracias a que Ochako se había terminado el agua caliente. Estaba harto de ella, por más empeño que le ponía en hacerle la vida imposible dentro de aquel departamento, ella encontraba la manera de retrucarle. ¿Acaso sabía cómo quitarle la paz con tanta facilidad?

Entonces, la vio saliendo del cuarto que le correspondía, portando un vestido rosa de escote generoso pero con una falda plisada y corta. El rosa acentuaba aquel tono en sus mejillas que la hacía lucir adorable. Se maldijo a sí mismo por halagarla incluso en su mente. Ella se le quedó viendo un momento, descubrió que sus mejillas se sonrojaban pero pasó de él. En esa semana, ella lo había visto salir de la ducha con sólo la toalla en su cintura y siempre reaccionaba de la misma forma.

―¿Tienes que salir semidesnudo del baño? ―Inquirió ella molesta desde la cocina.

―Me ducho desnudo, no sé cómo lo hagas tú, Cara Redonda ―Aguijoneó y ella se volteó a verlo molesta.

―¿Cuándo me llamarás por mi nombre?

―¿Qué? Ese es tu nombre ―Respondió con simpleza. Ella apartó su vista de su cuerpo y él no reprimió su sonrisa. Se veía bien con ese vestido, sus palabras se dispararon sin pensarlo mucho―. ¿Vas a salir?

Ella se sirvió un vaso con agua intentando no dirigirle mirada alguna.

―No sabía que te importara.

―No me importa.

―Genial ―Ochako seguía su juego y lo hartaba. Prefería a la Ochako sumisa del trabajo antes que la que lo enfrentaba―. Bien, Mina llegó.

La vio marcharse y entonces él ingresó a su habitación. Sin duda, aquella semana fue tortuosa para ambos. Ninguno dio el brazo a torcer y debía admitirlo, Uraraka parecía ser una mujer de poco temperamento o incluso frágil, aunque tuvo que sospechar que no era lo uno ni lo otro desde el momento en el que, en lugar de renunciar, le propuso convivir. Arriesgado, pero no retrocedió o se mostró insegura.

Sonrió. Comenzó a vestirse, era viernes por la noche y no tenía planes, en realidad sí, Eijiro le había invitado a salir con él y Denki, pero el trabajo lo tenía lo suficientemente agotado. Sin embargo, seguía picándole la curiosidad a dónde iría Ochako con esa ropa. Tomó su teléfono.

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora