CAPÍTULO XXV

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Ochako contuvo el aliento por un segundo, intentando comprender todo lo que tenía enfrente

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Ochako contuvo el aliento por un segundo, intentando comprender todo lo que tenía enfrente. Se congeló en su sitio con el teléfono en su mano, procesando la imagen frente a sus ojos; no podía. Se recostó contra la pared que tenía detrás suyo y cerró los ojos un momento, negando con la cabeza, intentando borrar todo lo que estaba sucediendo. Se llevó ambas manos a su cabeza y jalando de sus cabellos, se maldijo a sí misma.

―Esto tiene que ser una broma... ―Decía por lo bajo. Las ganas de llorar se acumularon en su garganta pero no podía hacerlo, no allí―. Mierda...

Los golpes en la puerta la sobresaltaron, escuchó la voz de Katsuki pidiéndole que le abriera pero ella no podía hacerlo, su cuerpo no podía moverse y menos con la imagen que tenía grabada en su cabeza, martilleándole la existencia.

Ochako, ábreme ―Seguía diciendo él―. Carajo, Cara de ángel, no resolveremos nada de éste modo. Sal de una puta vez.

―Necesito estar sola, Katsuki ―Respondió en un hilo de voz. No podía salir del depósito tras el restaurante en donde ingresó cuando todo explotó delante de ella.

Volvió a desbloquear su teléfono para encontrarse con la fotografía en donde se la veía a ella con Katsuki, ambos desnudos en el estanque, creyendo estaban solos, disfrutando ese momento juntos. Un sollozo se atoró en sus labios al volver a verse a sí misma desnuda, imaginando que aquella fotografía estaba recorriendo el internet desde el momento en el que fue capturada por algún imbécil que los vio nadando y besándose allí. La imagen enseñaba la espalda ancha de Katsuki, su cabello húmedo, sus brazos sosteniéndola mientras ella se abrazaba a su cuello, sus pechos contra la clavícula del hombre, cubriendo apenas sus pezones.

Se tapó la boca cuando el sollozo se hizo más sonoro al leer todos los comentarios que se encontraban por debajo; se sentía tan avergonzada, tan culpable porque ella permitió que todo aquello sucediera.

Ese día, cuando llegó al trabajo y fue a cambiarse al vestidor como siempre lo hacía, sentía las miradas de sus compañeras sobre sus espaldas, eran como dagas incrustándose en ella, lo sentía y comenzaba a incomodarle. Se giró varias veces a verlas pero éstas no decían nada, sólo intentaban disimular sus miradas poco sutiles. Se hartó de la situación así que se volteó a verlas de frente.

―¿Sucede algo? ―Preguntó curiosa al ver la reacción de sus compañeras pero ellas sólo compartieron una mirada sin saber muy bien qué decir. Uraraka comenzó a preocuparse―. ¿Qué pasó?

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora