CAPÍTULO XXVIII

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Sintió la mano de su abuela tomando su pequeña mano, la diferencia en tamaños y texturas era notorio incluso para él a sus cinco años

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Sintió la mano de su abuela tomando su pequeña mano, la diferencia en tamaños y texturas era notorio incluso para él a sus cinco años. Levantó la mirada a su abuela y ésta le dedicó una sonrisa pequeña, una ligera mueca apenas; tenía los ojos húmedos por llorar y no la veía nítidamente, lo siguiente que sintió fueron los pulgares de Shoen acariciando sus mejillas, limpiando la humedad en éstas con una suavidad sorpresiva porque siempre que veía sus manos con algunas arrugas, creía que serían ásperas, encontrándose claramente equivocado.

Sus rojizos ojos no se apartaban del rostro de su abuela. La mujer tenía una tez blanca cual nieve, eso hacía que las líneas faciales se acentuaran aún más en su rostro, sus labios eran finos pero la recordaba pintarlos de un rosa claro, un rosa que le hacía pensar en las flores rosas a las que tanto cariño les tenía, las magnolias. Y en aquella combinación de sutileza de tonos, contrastaba el fuego de sus ojos, los tonos rubíes cargados de fiereza que lo hacía mirarla con fascinación. En ese entonces, su abuela no tenía notorias canas, sino un bello cabello castaño como la de su padre, solía llevarlo corto por debajo de las orejas.

―Katsuki, un Bakugo no llora ―Dijo Shoen. Él frunció su ceño haciendo un puchero molesto que a la mujer le causó gracia―. ¿Por qué lloras ahora, niño?

El pequeño Katsuki de cinco años, se cruzó de brazos con enfado, mirando sobre sus hombros, receloso. Shoen vio la gran ventana a espaldas de su nieto y en donde se veía a un pequeño Midoriya Izuku llorando en los brazos de su madre. Shoen suspiró.

―¿Por qué no puedo jugar con Deku? ―Preguntó molesto―. Haruka-san dice que no puedo dejar la casa.

―Eres el siguiente en la línea a la presidencia de la empresa, Katsuki. ―El niño frunció su ceño sin comprender mucho. Shoen dejó escapar un suspiro; Katsuki era listo pero seguía siendo un niño a quien no le interesaba (ni comprendía mucho) lo que implicaba la empresa en la que su familia trabajaba―. No puedes salir de la casa para jugar. Es peligroso.

Katsuki la miró con molestia y lágrimas en los ojos. Era un niño apenas y ella debía de tener mano firme con él incluso cuando joven; ella también tuvo sus privaciones al crecer dentro de la familia de los Bakugo, desde niña le habían instruido con firmeza y ni Masaru o Katsuki debían ser distintos.

La mujer volvió a mirar por la ventana, los Midoriya seguían afuera, al parecer la madre del niño intentaba consolarlo para marcharse, pero éste seguía llorando el nombre de Kacchan.

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora