CAPÍTULO XLVIII

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Uraraka Ochako solía temblar de miedo cuando los relámpagos sonaban como gritos desgarradores partiendo el cielo oscuro, sucumbiéndola en aquel terror a ser devorada por el monstruo que se ocultaba entre las sombras de las nubes cuando éstas cubrí...

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Uraraka Ochako solía temblar de miedo cuando los relámpagos sonaban como gritos desgarradores partiendo el cielo oscuro, sucumbiéndola en aquel terror a ser devorada por el monstruo que se ocultaba entre las sombras de las nubes cuando éstas cubrían todo a su paso. Era pequeña, miedosa y cuando llovía con fuerza, oyéndose con violencia el sonido de los truenos que parecían querer devorarla, comenzaba a llorar desconsoladamente, se cubría hasta la cabeza con su sábana, abrazaba sus pequeñas piernas y lloraba contra sus rodillas.

Hasta que su padre entraba en su cuarto a toda prisa y con todo el cariño que le tenía, tocaba su cabeza, le decía que no había tal monstruo, que ella estaba a salvo; no se conformaba al principio así que su padre tomaba asiento junto a su cama, acariciaba su cabeza por encima de su sábana e iba hablándole de otras cosas, cosas que la hicieran relajarse y olvidarse de la tormenta que había a su alrededor.

―¿Sabes qué prepararé para la señora Chosu? ―Preguntó su padre en una ocasión, pero su hija seguía gimoteando e hipando―. Le haré un estofado de carne con muchas verduras, ¿recuerdas cómo te gustaba que cortara las zanahorias? ¿Con forma de estrellas? Le prepararé de ese modo y ¿sabes qué le diré? ―De a poco, los sollozos de su hija fueron cediendo, corrió un poco de la sábana de su cabeza, lo suficiente para mirar a su padre y verlo sonreír con cariño.

―¿Qué le dirás? ―Su vocecita se escuchaba aún rasposa por el llanto reciente pero curiosa porque su padre lograba sacar aquella curiosidad en ella a través de la comida. Desde niña lo tuvo.

―Le diré que tú me enseñaste a cortar las zanahorias de ese modo ―respondió y Ochako sonrió ampliamente―. Además, de seguro querrá hablar con la que ideó aquel estilo tan original. ¿Crees que podrás decirle tu secreto, Chako? Ya sabes, tus zanahorias estrelladas.

Ochako comenzó a reír y su padre sólo podía observarla, deleitándose con esa risa suya, esas lagrimitas secas impresas en sus rozagantes mejillas.

―Claro, le daré mi secreto ―respondió ella emocionada.

―Tengo una hija prodigio. ―Canturreó. Ochako dejó su sábana a un lado para ponerse de pie y caminar hacia su padre para abrazarlo.

―Papá, eres el mejor papá que tengo ―dijo la niña de ocho años. Kiyoshi rio apretándola contra él.

―Eso espero, no quiero competir con otro papá. ―Ambos rieron.

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora