CAPÍTULO XL

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Volvió a sentir la brisa de otoño acariciando su rostro con esa frescura que lo hacía suspirar

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Volvió a sentir la brisa de otoño acariciando su rostro con esa frescura que lo hacía suspirar. El aroma a los cafetos fue inundando su interior, despertándolo de a poco. Sus párpados se levantaron de a poco, observando las hojas verdosas de un árbol cubriéndolo con su sombra y entre sus huecos, veía el cielo despejado.

Comenzó a comprender que yacía acostado en la hierba, sentía el cuerpo muy pesado, fue enderezándose hasta sentarse en el suelo. Sus ojos miraron con sorpresa la plantación de café de su familia frente a él. Volvió a esos recuerdos de infancia en los que se quedaba dormido a la sombra de los árboles frente a los árboles de cafeto que pertenecían a su familia.

―Katsuki ―Escuchó.

Volteó deprisa a sus espaldas, reconocería esa voz a donde sea que estuviese. Vio a su padre de pie a la entrada de la plantación cafetera, quien levantaba su brazo para hacerse notar a él.

―¿Qué haces ahí? Ven, aún no terminamos el recorrido. ―Fueron las palabras del hombre. Katsuki no se opuso a sus palabras, sólo se puso de pie para limpiarse los pantalones y caminar hacia él.

Normalmente, los sueños con su padre nunca terminaban porque cuando intentaba acercarse a él, parecía no avanzar un solo paso y entonces, despertaba con la aflicción haciendo mella en su pecho.

Pero a diferencia de otros sueños, su padre seguía allí cuando Katsuki avanzaba a él. Comenzaba a preguntarse en qué momento despertaría, a cada paso, se sentía más compenetrado en su sueño y fue cuando pudo ver el rostro de su padre. Las líneas de sus ojos marcados bajo esos lentes de vidrio grueso, su sonrisa tranquila y su cabello castaño con algunas canas marcadas.

―Papá... ―Susurró.

Sintió entonces la mano de su padre acariciando su mejilla, se sentía tan real que su sencillo tacto aflojó la tensión en sus hombros. Su padre notó aquello y amplió su sonrisa.

―Katsuki, tienes líneas bajo los ojos ―Comentó Masaru con diversión―. Estás forzando tu vista, hijo. Dile a tu madre que te compre lentes.

―¿Cuántos años crees que tengo, viejo? ―Preguntó y Masaru echó a reír.

Katsuki había olvidado cuán ligera era la risa de su padre, se veía tan etéreo, tan tranquilo. Los castaños ojos de su padre lo miraron con ese cariño abrasador.

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora