CAPÍTULO LV

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

La cálida habitación revestida en tonos rojizos y dorados estaba envuelta en un dulce aroma a galletas, pasteles y chocolate caliente, desbordando en ella una gran sonrisa

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La cálida habitación revestida en tonos rojizos y dorados estaba envuelta en un dulce aroma a galletas, pasteles y chocolate caliente, desbordando en ella una gran sonrisa. Uraraka Ochako solía pasar la noche de la víspera navideña acurrucada en el sofá de su pequeña sala comedor, admirando el arbolito navideño como si lo único que importara fuese él con todos sus adornos, brillos y su estrella reluciendo en su punta.

―Chako bebé, deberías ir a la cama ya ―la voz de su padre la hizo voltear a verlo con súplica en sus ojos, haciéndolo sonreír. Kiyoshi fue a ella para sentarse a su lado y abrazarla, haciéndola reír―. Vamos, ¿o acaso planeas tenderle una trampa a Santa?

―Quiero verlo ―dijo Ochako con su aniñada voz mirando a su padre―. Quiero decirle que fui yo quien puso la estrella en lo alto.

―Pero si él lo sabe ―respondió Kiyoshi, sonrió al ver la expresión de genuina sorpresa en su hija―. Él lo sabe todo, ¿lo recuerdas?

―Pero, ¿y si no lo hace? ¿Si ya está viejo y olvida darme el mejor regalo? ―Volvió a preguntar la niña de ocho años.

Kiyoshi la levantó en sus brazos y mirándola a los ojos, dijo.

―En ese caso, yo le diré que has sido tú. ―Ochako sonrió.

―Como si fueras su amigo, papá.

―Lo soy, lo digo de verdad ―respondió―. De hecho, sé que se tardará un poco en llegar a casa, ¿sabes por qué? ―Ochako negó―. Porque aún hay una niña traviesa que no está en su cama.

Ochako se sonrojó con pena para asentir a las palabras de su padre. Kiyoshi besó su frente y aún en sus brazos, llevó a su hija a su habitación para acostarla en su cama, acomodar su almohada y su cálida cobija. Volvió a besar su frente para despedirse.

―Papá ―susurró Ochako antes de que su padre se marchara del cuarto. Kiyoshi volteó a verla, curioso―. No te quedes dormido, ¿bien? ―Su padre sonrió para asentir―. Oh, y dile que fui muy buena éste año.

―¿Otra cosa más? ―Preguntó Kiyoshi sin borrar la sonrisa de sus labios. Ochako negó para acurrucarse en su cama para cerrar los ojos―. Descansa, Chako bebé.

Su recuerdo terminó esfumándose en el aire al instante en el que el sonido de los casilleros dentro del área de servicio. Ochako negó para sí misma al recomponerse de aquel recuerdo doloroso, volvió a observar la fotografía de su padre en la puerta de su casillero abierto junto a otras fotografías que traía consigo, incluyendo la de su madre, la de Katsuki y sus amigas. Sonrió con tristeza, era momento de retirar todas sus pertenencias para marcharse.

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora