CAPÍTULO LIII

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

La fresca noche del 23 de diciembre la hizo juntar sus manos desnudas entre ellas y acercándolas a sus labios, fue dándoles calor con su propio aliento

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La fresca noche del 23 de diciembre la hizo juntar sus manos desnudas entre ellas y acercándolas a sus labios, fue dándoles calor con su propio aliento. Tomó su abrigo lo más pronto que pudo para seguir a Katsuki fuera del departamento pero no puso real atención en sus propias manos, solía usar guantes de tela para aplacar el frío que subía por sus dedos hasta tornar azules sus uñas.

Entonces vio las grandes y desnudas manos de Katsuki tomando las suyas entre ellas, el sencillo tacto del hombre la hizo entrar en calor porque todo en él era fuego. Lo vio abrazando sus pequeñas manos entre las suyas y de a poco, el frío fue historia olvidada. Ella no pudo evitar sonreír al verlo concentrado en darle calor y es que ella ya casi no necesitaba decir mucho para que él notara lo que ella necesitaba. Katsuki era un hombre atento cuando quería serlo.

―Podrías habérmelo consultado antes de tomar una decisión ―inició Katsuki y Ochako bajó la mirada a sus manos siendo calentadas por las de su novio―. Somos un equipo, Ochako. Vivimos juntos. No puedes traer a una niña por tu cuenta como si mi opinión no contara.

―No es así, Katsuki... Sé que somos un equipo pero no tuve opción. Además, sólo será hasta navidad...

―¿Y qué sucede con nosotros? ―Preguntó él, mirándola―. Nuestro tiempo juntos. Traes a una niña extraña a pasar tiempo con nosotros. No la conocemos; ni siquiera Toga sabía de ella.

―Escucha, no tuve opción, ¿de acuerdo? ―Repitió Ochako frunciendo su entrecejo sin dejar de mirarlo―. Toga-san tampoco sabía de ella, es cierto, pero no podemos darle la espalda, Katsuki... ―Ochako dejó escapar un suspiro―. Has visto sus ojos, ¿no es así? Puedes leer el terror en ellos. Tiene cicatrices de quemaduras y golpes. ¡Tiene apenas once años! Por favor, sólo piensa en el infierno que alguien tan joven como ella ha pasado... Katsuki, no podemos dejarla.

Bakugo aspiró profundo y dejó escapar un suspiro, se sentía como si estuviese entre la espada y la pared, sin saber muy bien qué hacer pero algo no podía escapar de su mente y era sobre lo que Ochako dijo: esa niña ha pasado un infierno. Tenía razón, no pudo evitar encontrar el miedo en los ojos de la niña que tuvo delante suyo por tan poco tiempo y sí, las cicatrices en los brazos y las piernas fueron visibles hasta para él.

―Bien ―finalizó Katsuki―. Será hasta Navidad, hasta que Toga regrese.

Ochako besó sus labios con dulzura y él se dejó ablandar un poco por ellos.

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora