CAPÍTULO XV

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Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Bakugo Katsuki iba en contra de los intereses de su familia y nunca estuvo verdaderamente interesado en heredar la empresa de su abuela, él hacia su vida a su modo. Pero cuando su cuenta es congelada y su departamento alquilado, necesitará la ayuda de la nueva inquilina para jugar fuego contra fuego contra su familia... Claro, si sobrevivía al infierno que implicaba convivir con él.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Cuando la noticia de que su padre había muerto, Bakugo Katsuki se encontraba aguardando una entrevista de trabajo para iniciar como chef en un pequeño restaurante en Tokio; llamaron su nombre mientras él tenía el teléfono en la mano escuchando la ...

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Cuando la noticia de que su padre había muerto, Bakugo Katsuki se encontraba aguardando una entrevista de trabajo para iniciar como chef en un pequeño restaurante en Tokio; llamaron su nombre mientras él tenía el teléfono en la mano escuchando la voz de Todoroki Shoto explicándole la situación y acercándole sus condolencias. ¿Condolencias? ¿Qué mierda hacía él con eso?

Seguía escuchando la voz de la secretaria que llamaba a la entrevista, pero él yacía de pie con el teléfono en su mano temblándole como una hoja. Por un momento, se olvidó por completo cómo respirar, cómo se inhalaba y exhalaba; se había olvidado cómo se sostenía un teléfono sin que éste cayese al suelo. Todos lo observaban y él no sabía muy bien qué sucedía.

Sólo sabía que tenía que salir de allí. Mandó a la mierda su entrevista, mandó a la mierda las condolencias de Shoto y a su teléfono rompiéndose contra el suelo cuando cayó de su mano. Salió corriendo rumbo al único lugar donde podría saber exactamente cómo pasó. Corrió tanto que su pecho ardía, sentía que su sangre se volvía fuego y de él, parecía querer estallar en explosiones simultáneas. Corrió tanto que al llegar a la casa de su abuela y estampar las puertas de la entrada, gritó como nunca creyó que su voz podría llegar a salir de él.

Con miedo.

―¡Uraraka, mírame! ¡Llegaremos pronto, sólo no cierres los ojos, maldita sea! ―Tenía miedo. Carajo, no recordaba aquella sensación desde que su padre había muerto.

En esos momentos, sentado en el asiento trasero del vehículo particular de Iida Tenya, tenía a Ochako entre sus brazos, que a cada segundo que transcurría, su piel se ponía más y más roja con las ronchas agresivamente rojizas. Su garganta lucía inflamada y eso le prohibía respirar en forma. Tenía los ojos llorosos e hinchados, sollozaba en su pecho.

―¡Acelera de una maldita vez, Cuatro ojos!

―¡Hago todo lo que puedo! ―Gritó Iida al volante. Había puesto las luces provisorias de emergencia sobre el techo del vehículo, permitiendo que todo aquel que estuviese deambulando por las calles, se abriera paso a la sirena policial que sonaba rompiendo la quietud de aquella noche.

Llegaron al primer hospital que encontraron y antes de que Tenya pudiese ir a estacionar, Bakugo abrió la puerta casi de una patada, sacando a Ochako con cuidado y cargándola en sus brazos, corrió hacia la entrada del hospital. Varias personas lo vieron alarmados, abriéndose paso para darle camino libre. Apenas los enfermeros lo vieron acercándose, corrieron hacia él para tomar a Ochako en sus brazos.

Cómo pactar con el diablo (y no morir en el intento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora