Un sentimiento parecido al desarraigo se instala en mi pecho. Estoy a punto de abandonar lo que, durante ocho largos años, constituyó mi hogar.
«Mi hogar... ¡Vaya mierda! », se expresa el yo de mi cabeza.
Aunque resulte demasiado estúpido como para pronunciarlo en voz alta, lo cierto es que, esto que hoy es solo ruinas de un siniestro, fue lo más parecido a una casa para mí. Aquí me cuidaron y alimentaron, me dieron techo y abrigo, así que... sí, podría llamarlo "hogar". Y, por supuesto, nunca es fácil alejarse del sitio donde uno vivió por tanto tiempo sin que algo se le remueva muy dentro.
Me obligo a recordar que todos se fueron y me dejaron aquí, porque es lo único a lo que puedo aferrarme para no desistir de irme. La comodidad de permanecer en terreno conocido es un ancla muy difícil de levantar —aun si el sitio no es otra cosa que una pila de paredes a medio derrumbar—, ¡y ni que hablar del miedo a salir al mundo, completamente solo! Eso sí que acojona e incita a quedarse quieto, aunque sea en un páramo poblado de restos de muerte, como es hoy este psiquiátrico.
«¡Deja de lloriquear como niñita y mueve el culo de una puta vez!» me conmina el Darien en mi mente. A regañadientes, obedezco.
—Es una maldita idiotez que me sienta... ¡como si estuviera dejando la casa de mis padres! Lo sé—digo, a modo de contestación para mi yo mental—. Pero este condenado lugar fue mi casa por demasiado tiempo; es imposible no sentir que me estoy desprendiendo de algo importante.
No quiero pensar en el terror que me infunde el salir a un mundo que ya no conozco, así que hago lo único que puedo por evitarlo: recojo el saco y me lo echo al hombro, y comienzo a andar hacia lo que una vez fue la entrada principal.
La verja que da a la calle está abierta de par en par; nadie se molestó en cerrarla. ¿Para qué? ¿A quién podía interesarle meterse entre la pila de escombros en que se convirtió el hospital para enfermos mentales?
Después de que levantaran el último cadáver, ni siquiera los peritos se molestaron en ingresar para hacer su trabajo. Oculto en mi refugio bajo el lavabo, los oí hablar al otro lado del muro. Dijeron que era "demasiado peligroso aventurarse" y que no valía la pena arriesgar sus vidas, que mejor lo dejaban en que el origen del fuego se debió a "un desperfecto en la red de gas".
Echo una última mirada hacia atrás, despidiéndome de los recuerdos que dejo aquí, y me pongo en marcha a paso lento. La ciudad no está muy lejos, pero igual me espera un largo camino.
Llevo andado casi una hora cuando, al girar en una curva del sendero de tierra, me topo de frente con dos personajes que creo reconocer. No es su aspecto, sino sus voces, las que me indican que son los mismos que visitaron las ruinas la otra noche. Escucho su charla al pasar junto a mí y por instinto agacho la cabeza, en un estúpido intento por pasar desapercibido.
Uno va apoyando su peso en un bastón y, por lo que le oigo comentar al otro, me doy cuenta de que es quien rodó entre los escombros. Supongo que debió herirse feo en la caída y que esa es la razón por la que demoraron en regresar. Sonrío sin proponérmelo y paso junto a ellos sin levantar la mirada.
«¡Justo a tiempo! Si me quedaba un poco más, estos imbéciles me sorprendían allí.» me digo en mis adentros, seguro de que van hacia lo que quedó del psiquiátrico.
Me alegra que el par de idiotas no me dedique más que una mirada fugaz. Siento que la buena suerte se ha puesto de mi lado y eso me infunde un alivio increíble, lo que me aligera el resto de camino hasta llegar a la carretera.
Por un momento, dudo sobre la dirección que debo tomar; han pasado ocho años desde que hice el viaje en sentido inverso. Tomo un paquete de galletas del saco y me siento sobre el pasto que crece al borde del asfalto, y almuerzo mientras fuerzo a mi memoria a recordar por dónde vine. Mejor dicho, "por dónde me trajeron".
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Espejos rotos ©
Aktuelle LiteraturLa verdad tiene muchas caras. Tantas, como personas hay involucradas en ella. Advertencia: La presente historia contiene material que puede herir la sensibilidad de algunas personas. Se prohíbe la copia y/o reproducción de esta obra en su totalidad...