Capitulo 20

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Jill sabía lo que León quería decir en ese momento, y por supuesto, la situación era bastante incómoda para ambos.
—Hagamos esto León,—Se agachó para estar a la altura del hombre.

—Hablaremos de ya sabes, pero lo importante ahora, es que te des un baño, porque hueles horrible—Finalizo levantándose para abrir la puerta de su departamento.
El agente quedó anonadado ante las palabras de la mujer.

Jill ayudo a León a entrar, el agente miró de forma detenida el lugar, el departamento no era exactamente de lujo, pero no era barato, era lo suficientemente sofisticado para ella.

—El baño está al final del pasillo, puedes durar lo que quieras, yo me bañare al final—Comento la castaña, mientras se dirigía a la sala.

Al llegar, tomo el control remoto de la televisión, se sentó en su sofá y la encendió, intentando distraerse un poco del pesado día.
El hombre no respondió nada al indicarle lo que haría.

Al cabo de una minutos, a la mujer le dolía un poco el cuello, y tenía dolor de cabeza, nada serio, sin embargo, dado las cosas que había pasado estos últimos días, era normal.

Cambiaba y cambiaba de canal, sin dejar ninguno fijo, cuando por un momento, pasó por su mente,"Como rayos se dará una ducha León, si nisiquiera puede caminar"

Se levantó del sofá, y se dispuso a ver lo que hacía el rubio, sabía que no podía caminar, pero no le había pedido ayuda hasta el momento, eso quería decir que la ignoró.

Buscó en el pasillo y en los cuartos, y no pudo encontrarlo, así que solo habia un lugar donde podría estár.

Cruzo el pasillo en dirección al bañó, sin embargo, a lo lejos noto que la puerta estaba parcialmente abierta, pensando que no estaba allí, ya que si lo estuviera, pues la tendría cerrada, por consiguiente, se acercó a cerrarla, no obstante, justo cuando estaba enfrente de su baño, escucho el agua escurriendo de la bañera, y sin querer y de manera totalmente fortuita, observo el cuerpo de desnudo de León.

Cruzo el pasillo en dirección al bañó, sin embargo, a lo lejos noto que la puerta estaba parcialmente abierta, pensando que no estaba allí, ya que si lo estuviera, pues la tendría cerrada, por consiguiente, se acercó a cerrarla, no obstante, justo...

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El rubio no quería molestar a Jill, a si que, con el poco movimiento que tenía, decidió llenar la bañera, pero al necesitar la silla de ruedas para moverse, le había costado mucho trabajo hacerlo, y viendo a Jill en la sala, pensó que ella se quedaría ahí por un buen rato.

Mientras se llenaba la bañera, el hombre intento afeitarse, desafortunadamente para el, mojo completamente su ropa, esto ocasionó que se la quitara, y cuando se disponía a cerrar la puerta, lo primero que ven sus ojos, es a la mismísima Jill enfrente de el viéndole con una cara total de sorpresa y enfocando su atención en su cintura para abajo.

—¡Pero que estás haciendo Jill!—Grito León intentando taparse con una toalla.

—Lo siento, lo siento, yo, yo no quería ver, es decir si, digo no... quiero decir ¡mejor me voy!—Respondio tapándose los ojos y cerrando la puerta al instante.

La historia de Leon y JillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora