Capitulo 58

827 56 2
                                    

A la mañana siguiente

Jill había despertado después de haber sido sedado por casi un día, y al poder abrir los ojos, lo primero que vio fue a la joven rubia recostada aún lado de ella, sentada en la silla.

La castaña sonrió por la escena tan tierna, que en ese momento prescenciaba.
Ya que después de todo, Sherry la había aceptado como la novia de León.

Seguidamente, Jill tocó sutilmente el hombro de Sherry, tratando de despertarla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Seguidamente, Jill tocó sutilmente el hombro de Sherry, tratando de despertarla.

—Hey... Jovencita, ya puedes despertar...

Los movimientos suaves hicieron que la rubia abriera los lentamente.

—Mmm... No quiero ir a la escuela Jill, mejor en una semana...

—¡Jill!

Bruscamente la rubia volvió a abrir los ojos, y se abalanzó para abrazar con cierta fuerza a la castaña.

—¡Al fin despertaste Jill!

—Eh... Pues si...

Segundos más tarde, la joven se separó de la castaña, con un gran entusiasmó.

—Me da mucho gusto verte despierta Jill, todos estábamos preocupados...

—Hay querida, gracias realmente significa mucho para mí esas palabras...

—Pero ya estoy bien, eso es lo que importa...

En medio de un intercambio de sonrisas, sutilmente la castaña bajo su mirada a su brazo izquierdo, el cuál tenía un punto, producto de el antídoto que le habían inyectó la noche anterior.

Ella ignoro eso, pensando que quizás era obra de algo poco importante.

—Por cierto Sherry...—Mirando alrededor del cuarto, añadió—Donde está León?...

...

Habitacion del Kennedy

León estaba despierto y recostado en la camilla, tenía un fuerte vendaje en su pierna, y una que otra en sus extremidades superiores.

Los analgésicos había hecho efecto, y su dolor había disminuido un poco.
Había encendido la televisión del cuarto, y con el control en mano, cambiaba y cambiaba de canal, sin dejar uno fijo.

—Rayos, olvide lo mucho que detesto los hospitales...—Se dijo, tomando una revista para leer.

Mientras estaba sumergido en su lectura, escucho que alguien tocaba la puerta de la habitación.

Con un gesto de artasmo, el rubio alzo la voz—¡Diablos Ark, te dije que estaba bien!

Cuándo la puerta se abrió, lo primero que noto, fueron unos dedos delgados y pequeños dedos, que evidentemente no eran de Ark.

La historia de Leon y JillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora