Capitulo 35

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Al ver a León llamándole, Jill corrió y con suma felicidad en su rostro, abrazo fuertemente a su compañero, que simplemente se limito a corresponder el efusivo cariño de ella.

—Ey... ¿Que pasa?—dijo el, mientras sobaba con cierta delicadeza la espalda de Jill.

—Nada... No pasa nada, es solo que no tuve mi mejor día hoy, es todo.

Ella se quedó unos segundos más, abrazando el firme torso de su pareja, inhalando el delicioso aroma del perfume del rubio, nada era más placentero en ese momento para ella, que estar unida por la persona que ama.

—Segura que todo está bien?—Indico León separándose un poco.

La mujer levantó su mirada, ya que el rubio era más alto que ella—Estoy perfecta...

La mujer levantó su mirada, ya que el rubio era más alto que ella—Estoy perfecta

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—Podria saber porque?...—Añadio el, tocando suavemente la mejilla de la mujer.

Con una leve sonrisa en sus labios, y cerrando amenamente sus ojos azules, Respondio—Porque al fin pude encontrar, Un hombre que valiera la pena...

Acercándola hacia su rostro, León le propinó un profundo beso en los labios, ambos podían sentir el calor y la respiración que cada uno liberaba en ese momento.

—Vamos linda—Comento, llevándola de la mano hacia el auto—Hay un restaurante nuevo en la ciudad... Algo costoso, pero no llegando a lo pretencioso.

—Creo que te gustará, Sherry me habló del lugar—Finalizo, mientras le abría la puerta del copiloto a Jill.

—Suena bien—Murmuro la castaña entrando al Porsche.

León le siguió Instantes más tarde, al sentarse acarició ligeramente la pierna de Jill, está última prestaba más atención a su celular, pero al notar el sutil toque del rubio, ella le respondió guiñando un ojo.

Condujo por varias avenidas, y una que otra calle algo estrecha esperando llegar a su destino ya establecido, ambos mantenían la conversación sobre la mudanza que tendrían en unos días, Jill le decía que quería una habitación para ella, específicamente para las clases de piano que le daría, y que quería un jardín lleno de flores, pues tenía en mente al fin cuidar su propio jardín.

Por otro, León se limitaba a escuchar las peticiones de ella.
En lo que llevaban siendo pareja, no había ocurrido ninguna pelea entre los dos, quizá algún disgusto pequeño por ahí, sin embargo, no pasaba a mayores y al poco rato uno le pedía disculpas al otro.
La paz y el amor reinaba en su relación, hasta el momento, y esto en gran medida al gentil trato del rubio hacia Jill, ya que siempre que él podía, le hacía notar lo importante que era ella para su persona y lo afortunado que era de estar a su lado.

Algún chiste fugas salía de la boca del agente, malo o bueno, que mayormente eran malos los chistes del agente, Jill le respondía aunque sea mínimo con una sonrisa, para no hacerlo sentir mal.

La historia de Leon y JillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora