Dedicado a oriananogueral
***
—Finalmente despiertas.
Estaba un poco atontada aún. Intenté enfocar la vista hacia el lugar de donde provenía la voz femenina. Era una mujer negra de unos cincuenta años. Me sonreía con aire maternal desde su sillón tras un pequeño escritorio de madera al otro lado de la habitación.
—Había comenzado a preocuparme —volvió a decir—, llevabas un buen rato dormida.
Se levantó y caminó hasta llegar a mi lado.
—¿Te sientes mejor?
Asentí de un modo casi imperceptible. Traté de incorporarme y sentarme en la camilla. Mis extremidades se sentían pesadas y cada rincón de mi cuerpo dolía. Seguía mareada, pero sabía que se debía a la medicación.
—¿Recuerdas por qué estás aquí?
Asentí de nuevo, ¿cómo no recordarlo?
Había tenido otro ataque de pánico. Ese era el cuarto en un mes, todo un récord personal. Si bien dejaba de tenerlos por largas temporadas, siempre regresaban. Gracias al anterior me internaron allí, pues fue en la corte frente al juez y los testigos —el lugar más «apropiado»—. Luego de esa escena, les quedó bien claro qué hacer conmigo, ni me dieron la oportunidad de hablar.
Los ataques de pánico se debían al gran estrés al que estaba sometida en esas semanas, aunque saberlo no lo hacía más sencillo. Al contrario, hacía que me agitara cada vez que me encontraba en una situación detonante.
Solían darme medicación para que me recuperara mientras dormía. Al despertar, todo volvía a ser como antes, pero me quedaba una extraña y horrible sensación de vacío.
—¿Mi familia? —pregunté. Mi voz sonaba débil y apagada.
—Tuvieron que marcharse, demorabas en despertar. Yo les aseguré que cuidaría de ti.
Se habían ido.
La realidad de que a partir de ese momento vivía allí me golpeó, aún no lograba asimilarlo. Mi familia, mi hogar, mi pueblo. Estaba tan lejos que parecía que llevaba una eternidad en ese lugar, abandonada a mi suerte.
—Mi nombre es Stella —dijo—. Soy la enfermera principal del centro y también la responsable directa de todos los chicos de tu clase. Puedes preguntarme lo que quieras saber sobre la escuela o tus materias.
¿Escuela? Se me ocurrían miles de nombres para esa institución y ese no estaba incluido en la lista. No obstante, no quería ser desagradable.
—¿Entonces también eres profesora?
—Así es, aunque aquí me dedico a la enfermería, no imparto clases.
Ya lo imaginaba, su impecable uniforme blanco lo indicaba.
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La chica de las mil estrellas (Serendipia) © [✓]
Teen Fiction"A veces, en la búsqueda de las estrellas en otros ojos, caemos en el interminable pozo de la oscuridad". -Akshay Vasu. ** Bessie no está loca ni tampoco es una psicópata asesina. No es su culpa no recordar qué pasó esa noche en la que murieron sus...