Capítulo 24

885 165 139
                                    

Dedicado a LynnDiaz0

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dedicado a LynnDiaz0

***

Nunca se me había ocurrido que entraría al ala C. No obstante, luego de pasar todo un día sabiendo que Jimmy estaba allá, las cosas cambiaban por completo.

Casi no había dormido nada ni tampoco tenía apetito para comer. Jojo estaba muy avergonzada y trató de disculparse. Eso no marcaba diferencia alguna, en realidad. Yo estaba tan triste que ni espacio tenía para enojarme con ella.

Tenía un único pensamiento en mi cabeza todo el tiempo: ver a Jimmy.

Sabía que eso estaba prohibido; que los estudiantes —a menos que fueran internados ahí— no podían entrar al ala C. Pero luego de tanta insistencia y de tanto llorarle a Stella y apelar al amor maternal que sentía por Jimmy, decidió llevarme a verlo.

Me repitió alrededor de cuatro veces que serían un par de minutos y que no podía contarle a nadie que había estado ahí. Lo haría durante las clases para que todos estuvieran ocupados y después me justificaría en el salón. Si esa información llegaba a oídos de Gibson podía perder su trabajo, debíamos ser cautelosas.

No creía que se arriesgara solo por todas mis súplicas. En el fondo, pensaba que su verdadero motivo era Jimmy. Ella estaba segura de que verme lo ayudaría a superar su crisis más rápido. De cualquier modo, yo moría de ganas de verlo, así que eso era lo menos importante.

Entramos al «área prohibida» en silencio. Yo la seguía sin levantar la vista siquiera. Tenía que reconocer que estaba algo intimidada por el lugar.

En esa área todo era blanco, desde el piso hasta el techo. No había ventanas ni objetos en los pasillos. Se sentían tan fríos y desoladores que me causaron escalofríos. Había un silencio sepulcral, y se podía percibir un olor penetrante similar al de los hospitales.

No podía dejar de escuchar las palabras de Víctor en mi cabeza. Él tenía razón: el verdadero «Psiquiátrico Gibson» era aterrador. Me resultaba perturbador pensar que algunos jamás salían de esa área.

Luego de caminar un poco, nos detuvimos frente a una puerta. Esa era la habitación donde estaba Jimmy. Ella entró primero y yo permanecí afuera con mis manos entrelazadas y un enorme nudo en la garganta.

No demoró mucho dentro, pero pude notar su expresión de consternación cuando salió.

—Está dormido —susurró—, siento que no puedas hablar con él.

Se dispuso a marcharse.

—Espera —supliqué—, déjame verlo al menos un par de minutos.

—Bessie... no creo que sea bueno que lo veas en ese estado. Cuando despierte—

—Por favor —la interrumpí—. Juro que seré fuerte. Déjame verlo, Stella, te lo ruego, déjame entrar.

Suspiró profundo y se detuvo a pensarlo.

La chica de las mil estrellas (Serendipia) © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora