Capítulo 32

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Dedicado a gloomy_nighmare

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Dedicado a gloomy_nighmare

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No me detuve a responderle, me limité a entrar lo más rápido posible. Encendió la luz y cerró la puerta tras de mí.

Tenía la adrenalina a tope, ¿cómo se me había ocurrido hacer algo así?

—¿Está todo bien? —preguntó—. ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que sería Stella o cualquier otra persona, en serio me sorprendiste.

Luchaba por mantener los ojos abiertos y tenía el cabello hecho un desastre, pero se veía adorable de ese modo. Comencé a sentirme un poco culpable, acababa de despertarlo a media noche solo por un sueño estúpido que había tenido.

Sin embargo, no fue su apariencia somnolienta lo que captó mi atención y me hizo sentir avergonzada, sino el hecho de que llevaba solamente un bóxer azul oscuro. Verlo con tan poca ropa no estaba incluido en mis planes.

Permanecía de pie por inercia, al parecer; no creía que hubiera notado su estado físico en ese instante.

—Lo siento, yo... —comencé a decir, evitándolo con la mirada. Se restregó los ojos y trató de prestarme atención—. Es que tuve una pesadilla, una terrible, con Beth y contigo. Tenía que asegurarme que estuvieras bien. Disculpa por despertarte, fue algo tonto.

Sonrió y se me acercó. Mi respiración se aceleró.

—Descuida —dijo—. ¿Quieres contarme de qué se trataba?

Negué con la cabeza.

—No, e-estoy bien —tartamudeé—. S-si quieres puedes volver a dormir, yo...

«Mierda», pensé. No tenía ni la más mínima idea de qué iba a hacer, mi plan terminaba en verificar que él estuviera bien.

—¿Hablas en serio? Vienes, me despiertas porque sí y pretendes irte a los dos minutos. No me parece justo, ahora quédate al menos a hacerme compañía. Además, no creo que debas volver a arriesgarte saliendo a los pasillos.

Tenía razón, no debía salir de nuevo. Pero quedarme significaba que tendríamos que dormir juntos. A pesar de que ya lo habíamos hecho algunas tardes, pasar la noche con él no era lo mismo —y mucho menos cuando solo llevaba puesta su ropa interior.

—¿Quieres decir que...?

—Que duermas conmigo —terminó por mí—. No me molestaría en lo absoluto y así no tendrás más pesadillas. La guardia nocturna termina apenas abre el comedor en la mañana. Los profesores bajan a desayunar, siempre los veo cuando voy camino a recogerte. Si te marchas en ese tiempo nadie notará que estabas aquí.

Asentí, un poco nerviosa, y lo observé mientras se acercaba primero a la cama. Tenía algunas cicatrices en la espalda y en las piernas, pero eran menos en comparación con su torso o sus brazos. Su cuerpo era como un lienzo maltratado en el que un pintor resentido había vertido toda su rabia y dolor. Y aun así era sublimemente hermoso.

La chica de las mil estrellas (Serendipia) © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora