Capítulo 12

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Dedicado a MARIiiia131573

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Dedicado a MARIiiia131573

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—¡Bessie! —Escuchaba una voz que me sonaba familiar y sentía que alguien me zarandeaba por los hombros—. ¡Bessie, despierta!

Poco a poco, fui recobrando la consciencia. Estaba acostada en el suelo con la cabeza apoyada en unos brazos que me sostenían con firmeza. Tenía todo el cabello empapado de sudor y algunos mechones pegados en la frente. Me tomó un momento enfocar la vista para ver su rostro.

—¿V-Víctor? —susurré. Estaba disfónica y muy mareada.

—Oh, Dios, gracias al cielo que despiertas —dijo con preocupación—. ¡Estaba a punto de enloquecer! Descuida, estarás bien, estoy aquí contigo.

No entendía a qué se refería. Comencé a mirar a mi alrededor y todo cobró sentido. Estábamos en el aula de música, esa maldita me había encerrado.

—¡Voy a matar a esa loca! —grité y sonó como un graznido—. ¡Voy. A. Matarla!

Me levanté con rapidez, pero sentí un fuerte tirón en la cabeza que me obligó a detenerme. Me había golpeado al caer, menudo chichón tendría.

—Bessie, espera, aún no estás bien.

Tenía razón, debía tomarme unos minutos antes de poder ir a enfrentarla. No obstante, las cosas no se quedarían de ese modo.

Me senté una vez más en el suelo.

—Yo... —dijo, avergonzado—. Realmente no sé qué fue lo que ocurrió, ¿qué te hizo Natty? ¿Por qué te desmayaste?

—En serio me las va a pagar, Víctor, esta vez no se va a salir con la suya. Ella me encerró en la oscuridad sabiendo que soy nictofóbica, no sé cómo diablos se enteró. ¡Me provocó un ataque de pánico por diversión!

Estaba muy enojada. No podía creer que existieran personas tan malvadas como ella.

—O sea, que... ¿le temes a la oscuridad?

No parecía comprender la magnitud del problema.

—Sí —afirmé—, esa es una forma de decirlo. Pero no es un simple miedo, es una fobia que tengo desde pequeña. A partir de los doce años también comencé a tener ataques de pánico por ese motivo, gracias a un grupo de «chistosos», como tu querida Natalia, que me encerraron en un armario. ¿Entiendes cuán serio es eso?

—Dios... —Suspiró profundo y se restregó los ojos con las manos—. No puedo creer que Natty haya llegado hasta este extremo. Lo siento, en serio lo siento, todo esto es mi culpa.

—¿Cómo puede ser tu culpa? ¡Fue ella quien lo hizo!

—Lo sé, pero nunca le he puesto límites y las cosas se salieron de control. Aunque lo que hizo merece ser castigado, no se lo cuentes a nadie, por favor.

La chica de las mil estrellas (Serendipia) © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora