Capítulo 16

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Dedicado a Fernanda22Leal

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Dedicado a Fernanda22Leal

***

—¿No piensas abrir el regalo de tus padres? —preguntó Jojo con entusiasmo—. Yo amo los regalos y muero de ganas de que llegue Navidad, mis padres siempre me tienen algo especial. ¿Lo abrirás o no?

Miré hacia el armario y recordé que lo había colocado ahí. Ni siquiera veinte regalos lograrían animarme.

Me sentía tan triste que solo deseaba que el día terminara. Jamás discutía con nadie de mi familia, los amaba demasiado. Pero papá había sido el culpable, y no había forma alguna de justificar su comportamiento.

No había visto a Jimmy en el resto de la tarde o durante la cena y pensaba que eso era lo mejor. Estaba tan avergonzada que no sabría cómo mirarle a la cara. En ese momento, lo único que me apetecía eran las palabras de consuelo de Beth. Y esas jamás volvería a escucharlas fuera de mis recuerdos. Pasar tiempo con mi familia me hizo pensar en ella, mi vida estaba incompleta sin su presencia.

No obstante, sabía que Jojo estaba haciendo todo lo posible por hacerme sentir mejor, así que tomé la caja y me senté en la cama para abrirla. Luego de tratar de forzar el enorme lazo brillante varias veces, me di por vencida.

—Está muy duro —le expliqué—, no puedo hacerlo. Mañana lo llevaré para que Stella lo corte.

—Espera, tengo algo que puede servir.

Abrió su tercer cajón y comenzó a buscar entre sus cosas. No creía que ningún accesorio para el cabello sirviera, pero esperé con un poco de curiosidad.

—Prueba con esto —dijo al voltearse.

El objeto en su mano me hizo palidecer.

—¿Jojo? ¿Estás loca? —pregunté, alarmada—. ¿Qué mierda haces con una navaja en este lugar?

Se apresuró a colocar una mano en mi boca. Al parecer, lo había gritado a los cuatro vientos.

—Shhh, van a escucharte —susurró con preocupación—. Esto no es simplemente una navaja. Es una navaja suiza y sirve para hacer un millón de cosas, siempre la llevo conmigo. Además, es un regalo de mi hermano.

Al mencionar a su hermano, su expresión se entristeció. Me sentí culpable.

—Vale... —cedí—. Es que estamos en una maldita clínica mental, ese no es el tipo de cosas que puedes tener aquí. Si alguien se entera estaremos en graves problemas.

—Descuida, nadie lo sabrá. La mantengo bien oculta. —Sonrió y cortó el lazo con gran facilidad—. Ya está, ahora la guardo y nunca nadie sabrá que esto ocurrió. Será nuestro secreto.

Asentí sin estar demasiado convencida aún, pero decidí enfocarme en el contenido de la caja. Era un lindo vestido de color verde claro con pequeños adornitos rojos, sencillo, justo como me gustaban. Lo acompañaba una tarjetica con el mensaje: «Para que luzcas hermosa en Navidad y pienses mucho en nosotros. Te amamos».

La chica de las mil estrellas (Serendipia) © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora