|45: "El Mensaje"| |

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Maratón 3/5.

Max Davis.

Pasé la venda por su boca, debía de asegurarme que no iba a gritar, quería disfrutarla, saborearla y hacerla mía como Dios manda.

Estaba desnuda sobre la cama, sus senos resaltaban y su cintura me estaba volviendo cada vez más loco. La amo, la amo más de lo que yo antes habia pensado. Sus ojos me mirabas y el tener la boca tapada con la venda me hizo dar cuenta de lo loco que me trae esta chica, y del como puedo poseerla sin problema alguno.

- Esta noche habrá solo una regla linda, no puedes gritar.

Tomé sus muñecas y las puse por encima de su cabeza sosteniendolas con mis puños, estaba tan puesta para mí, se notaba el subir y el bajar de su pecho desesperado. La mirada suplicante en el momento en que mis labios rozaron la curva de su cuello. Intentaba hablar pero no podía.

- Solo relájate linda.

Susurré en su oído chupando el lóbulo de su oreja y volviendo a su cuello, fué inevitable no soltas sus muñecas y llevar mis manos a sus piernas y acariciarlas mientras bajaba mis labios por sus pechos rozando solo los labios por sus pezones erectos y duros, sus redondos senos son tan apetecibles, tan provocadores, causaba un gran efecto en mí, cada vez que la veía con alguno de esos vestidos.

- Eres mi adicción Iana.

Roce mis labios con su vientre y alzó su cintura desesperada, abrí sus piernas y escuché un jadeo, sus ojos me obserbaban y mientras más me tardaba en acercar mi rostro más impaciencia tenía. Miré lo mojada que estaba su entrepiernas y empecé a saborearla, empecé a succionar, lamer y morder su entrepierna con gusto, se siente tan bien su sabor, las manos de Iana empuñaban la sábana y su espalda se arqueaba. Cuando estuvo apunto de venirse me detuve, alzó su rostro y estaba sudando, su cabello estaba revuelto y se veía con ansias de quitarse la venda.

- Prepárate, esta noche será larga.

Ayudé a levantarla de la cama y la giré rápido comenzando a besar su espalda con desesperación, su larga melena resaltaba por lo revuelta, hice que apoyara sus codos en la cama y tomé sus piernas y las abrí metiendo dos de mis dedos dentro de ella.

- No sabes cuanto te amo Iana.

Besé la curva de su espalda, y me hundí dentro de ella con fuerza, su cabeza se alzó y un gruñido se escuchó de sus labios. Tomé su cabello y lo hale con fuerza acercando mi boca a su oído.

- No voy a tener piedad contigo linda.

Asintió y le di una dura y fuerte palmada mientras la embestía fuerte escuchando sus gruñidos. Palmeé repetidas veces más fuerte, halé su cabello y dejé chupetones en su espalda, costados y cuello. Es tan estrecha, y delicada, la amo, Dios la amo tanto y jamas me cansaré de repetirlo. Con el pasar de los minutos sus gruñidos eran más y más fuertes, mis palmadas y el halar de u cabellera también, me gustaba verla así, tan dominada que me vine junto ella en un gran orgasmo. Sus brazos comenzaron a temblar de salí dentro de ella, su cuerpo cayo de espaldas contra la cama y quité la venda de su boca. Y comencé a besar sus labios.

Esta noche no me iba a detener hasta darle a mi esposa el placer que se merece.

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