|74: "La Razón De Todo|

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Iana Bennett.

Quité mi rostro de la puerta mientras comenzaba a llorar en silencio de nuevo, tragué saliva limpiando mis lágrimas y caminando de un lado a otro de la habitación, no podía creerlo, el mismo habia afirmado que lo querían matar.

Sin embargo no sabía cómo, claro que estaba molesta por todo lo que habia sucedido y que también no quería estar con él pero lo amo, y sé que yo no soy como él, yo voy ayudarlo a como de lugar y así sea lo último que haga. Esto cada vez se ponía peor y mi cabeza no iba a poder soportarlo, era obvio que todo a los dos se nos venía encima como un huracán, sabía que algo malo iba a suceder pero quería no repetir eso en mi mente, tenía algo de esperanza de que todo también estaría bien...

Me acerqué hasta el armario viendo que su ropa seguía allí, pero la ignoré por completo hasta llegar al espejo, me veía destrozada, estaba con una pijama vieja y me veía mucho más pálida de lo que antes podía estar, habia tomado toda ésta situación muy mal, porque no dejaba de llorar y dormir por horas, comía poco y mi piel se volvía mucho más palida de lo normal.

— ¿Hay alguien aquí?

Mi corazón se agitó, limpié las lágrimas de mi rostro y caminé lentamente hacía la habitación... Me llevé la sorpresa de ver a Mariella de pie frente a mí, me miraba triste y sin pensarlo una lágrima había resbalado por su mejilla, dejó su bolso en el suelo y cerró la puerta. Mi mirada seguía conectada a la suya, pero en cambio no me acerqué, no lo hice porque en todos los días que llevaba aquí pude darme cuenta de que todos los sabían excepto yo, a la que siempre le ven cara de idiota.

— ¿Qué haces aquí Mariella?

Comenté sin hacer quebrar mi voz, era obvio que me dolía que estuviera aquí, ¡En realidad todo me duele en ésta casa!

— Ya me enteré de lo sucedido.

— Me imagino que tú también vienes a restregarme en la cara que fuí una ingenua...

Limpié rápido las lágrimas cruzándome de brazos. Ella caminó hacía mi dirección asintiendo...

— Sabía que ésto iba a suceder algún día Iana... Siempre le dije que hablara contigo pero nunca me hizo caso.

— ¡Me lo hubieran dicho Maldición! ¡Lo hubiera entendido! ¡Pero ya veo que lo de mentir y ocultar cosas es de familia Mariella!

No dijo nada, solo evitó mi mirada asintiendo con dolor en sus ojos y los cuales estaban brillosos como si estuviera apunto de llorar, me sorprendió su acción pero igual no me importaba.

— Yo pasé por algo así.... Con la única diferencia que yo era más ingenua que tú... Déjame contarte una historia, después podrás expresarme lo que desees, lo prometo.

No dije nada, al contrario seña se sentó en el sillón y me hizo una seña con se cabeza para que me acercara y dudasa lo hice. Me senté incómoda tragando saliva mientras veía su mirada perdida y extraña, sorbió su nariz y luego me miró fijamente a los ojos.

— Conocí a un hombre cuando tenía veinte años, era perfecto; cariñoso, detallista, y un sin fin de adjetivos más... Era el hombre ideal y el que tanto quería en mi vida, me lo daba todo, pero siempre me trataba con un amor inigualable. Su nombre era Mikell Becker, te podrías imaginar lo guapo que era, pero no te voy a contar eso, te voy a contar nuestra historia.

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